jueves, 22 de septiembre de 2011

RECONCILIADOS CON DIOS

Como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconcilíaos con Dios. 2 Corintios 5:20.

Si bien la oración es utilizada por los creyentes con múltiples propósitos, la necesidad humana más acuciante es la paz del corazón. El ser humano puede inventar muchos caminos para sentirse libre de la culpa después de cometer un error, pero únicamente Dios puede devolverle al hombre la paz de conciencia.
Pablo, conociendo esta necesidad y sabiendo que el ser humano no es feliz si está enemistado con su Padre, exhortó a los corintios: "Como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios". ¿Cómo podemos reconciliarnos con nuestro Padre? Las Escrituras presentan tres pasos prácticos para estar en paz con Dios.
1. Reconoce tu error. Lucas 18:13 contiene una de las grandes enseñanzas sobre cómo experimentar el perdón divino. En este texto, se nos cuenta que un recaudador de impuestos conocido en la sociedad judía como pecador, entró al templo y "estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador". Si de verdad deseamos estar en paz con Dios, es necesario reaccionar como el recaudador de impuestos: Reconocer el pecado.
2. Arrepiéntete de todo corazón. El apóstol Pedro amonestó a toda la multitud reunida en el templo: "Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (Hechos 3:19). Y, ¿qué es arrepentirse? En primer lugar, es sentir dolor y tristeza por la equivocación realizada. Además, incluye un cambio radical de conducta; es decir, tomamos la firme decisión de no volver a caer en ese mismo error.
3. Confiesa tu error y pide el perdón divino. David había caído muy bajo: cometió adulterio con la esposa de un súbdito, y después homicidio cuando ordenó matarlo. Este pecado permaneció oculto por un tiempo. Pero no pudo soportar el tormento de no encontrarse en paz con Dios. Finalmente, cambió su actitud y le confesó a Dios su transgresión, y solicitó su perdón. El Salmo 51, de una manera poética, reproduce sus sentimientos: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones... Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve" (Sal. 51:1, 2, 3, 7).
Dios desea reconciliarse contigo. No dejes pasar el tiempo. Dedícate a la oración y busca la paz con tu Creador.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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