domingo, 4 de septiembre de 2011

SUPERANDO EL MAL CARÁCTER – 1ª PARTE

El sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda. (Romanos 5:3-5 NVI)

En algunas ocasiones, el pequeño Juan parecía un caballo desbocado. Cuando las cosas no salían como él esperaba o cuando le costaba mucho trabajo realizarlas, se enfadaba hasta tal punto que comenzaba a tirarlo todo, a proferir palabras malsonantes y a fruncir el ceño. Su padre, preocupado por este rasgo de carácter de su hijo, le propuso un trato: «¿Ves esta caja de clavos?». «Sí, papá», contestó el muchacho. «Quiero que cada vez que pierdas los estribos te dirijas a la cerca de madera que hay en el patio de atrás y claves un clavo».
El muchacho agachó la cabeza y aceptó la propuesta. No tardó mucho en bajar considerablemente el volumen de clavos que había en la caja de herramientas del papá. A veces, mientras martillaba, se sentía tan frustrado que tenía que tomar otro clavo.
¿Nos parecemos a Juan? Entonces, parémonos a considerar, pues nuestro carácter es lo que realmente nos define. Puedes ser muy guapa por fuera, pero si actúas como el pavo real, tu hermosura solo servirá para portarretratos. Nuestro Padre celestial está muy preocupado por la importancia que le damos a nuestro carácter. Muchos adultos piensan que los niños no tienen que moldear su carácter, pues ya tendrán tiempo de hacerlo cuando sean adultos. Sin embargo, un carácter no controlado en la infancia ha llevado a muchos a la ruina. ¿Quieres alcanzar la cima del éxito?
La paciencia es una de las virtudes que más engalanan un buen carácter. Los redimidos serán considerados por Dios como pacientes, pues «aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la té de Jesús» (Apoc. 14: 12, RV60). ¿Eres una mujer paciente? Pídele al cielo que te ayude a cultivar esa gran virtud. Pero recuerda, con ese pedido le estás diciendo a Dios que estás dispuesta a clavar más clavos, y estos de vez en cuando te producirán dolor. Solo cuando hayas clavado los clavos suficientes habrás adquirido paciencia.
La paciencia se adquiere cuando dejas que Dios trabaje constantemente en ti.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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