lunes, 10 de octubre de 2011

CONTRA LA CORRIENTE

No cometerás adulterio. Éxodo 20:14.

Si miras a tu alrededor, verás que el mundo que te rodea vive como si la ley divina no existiera. Es más, cada medio que transmite y propaga la maldad reinante, contribuye a que el pecado resulte cada vez menos ofensivo para el observador.
Pero aunque el mundo muestre con creces que se olvidó de los mandamientos, los seguidores de Cristo estamos llamados a elevarlos por palabra y por ejemplo. Cada vez que manifestamos nuestra desaprobación, cada vez que testificamos con santidad, o simplemente señalamos lo que la Biblia dice, estamos obrando como ciudadanos del reino celestial.
El séptimo mandamiento es ignorado aún más que algunos otros. Desde hace varias décadas una ola creciente de promiscuidad y sensualidad ha invadido todos los rincones de la sociedad. Propagandas, chistes, novelas, historias periodísticas, el cine y la televisión publican incansablemente relatos de infidelidades, mentiras y engaños relacionados con la sexualidad. A pasos agigantados, el adulterio, la fornicación y las relaciones incestuosas son presentados de manera atrayente, para que miles de jóvenes y adultos, "mordidos" por la curiosidad, caigan en sus redes. Además de esto, la cultura pos-moderna en la que estamos inmersos ha logrado formar en las mentes la idea de que cada individuo posee su propia verdad. Ya no existen absolutos, todo es relativo: si una vida promiscua te ayuda a ser feliz y no perjudica la felicidad de otro, "está todo bien".
Pero mientras el mundo promulga de manera distorsionada una vida sexual activa, la Biblia presenta el sexo como creación de Dios para deleite y procreación en el plano del matrimonio. Fue Satanás quien distorsionó y pervirtió lo que el Creador formó como santo; y el cielo vio apropiado dejar una ley para evitar que el hombre sufriera las consecuencias de transgredir este mandamiento.
No es casualidad que hoy existan hombres y mujeres felices con su matrimonio y realizados sexualmente, mientras otros miles se lamentan en la desdicha de poseer hogares arruinados. No existe la buena o la mala suerte en el plano matrimonial y sexual, pero sí existe la bendición de Dios a disposición de quien la necesite.
Aunque la persona que amas, amigos o familiares, procuren separarte de la ley de Dios haciéndote sentir que vas contra la corriente, no cedas. Si acudes a Dios, todo el Cielo pondrá a tu disposición el poder celestial para que obtengas la victoria.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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