jueves, 17 de noviembre de 2011

LA IGLESIA Y SU MISIÓN

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Mateo 28:19.

¿Has tenido la oportunidad de dar alguna vez un estudio bíblico? ¿Has visto a una persona crecer en su fe? ¿Has sentido la alegría de estar a su lado el día de su bautismo?
Como adventista de cuna he visto a lo largo de mi vida a muchas personas que se entregaron a Cristo a través del bautismo. Algunas llegaban después de un largo proceso de aprendizaje y adaptación a la iglesia, mientras que otras en muy poco tiempo asimilaban nuestras doctrinas y rápidamente se integraban al cuerpo de creyentes. También recuerdo que en muchos de esos bautismos se daban hermosos testimonios de cómo Dios había guiado los acontecimientos a fin de que alguien, utilizado por el Espíritu Santo, llegara en el momento justo con el mensaje oportuno. Pero no entendía por qué a esos eventos se los llamaba "fiesta espiritual", y menos aún comprendía por qué muchas personas se emocionaban hasta las lágrimas por lo que Dios había realizado en sus vidas.
Toda esa ignorancia desapareció el día que comencé a ser testigo de Jesús y me animé a contarle a otros de su amor. No tengo palabras para expresar la sensación de alegría, júbilo y realización que tuve al presenciar el primer bautismo de personas con quienes yo compartí mi fe. Porque al obedecer el mandato de Jesús y ser su testigo, no es lo mismo ser espectador que protagonista, y el Señor quiere que tú seas protagonista.
Los apóstoles y los primeros cristianos fueron testigos de Cristo en Jerusalén, en Judea y en Samaría, pero los responsables de llevar el evangelio "hasta lo último de la tierra" hoy somos nosotros (Hech. 1:8). La actividad misionera y el evangelismo es el precio que hay que pagar para ser considerado un seguidor de Cristo. No existe verdadero discipulado si no hay un verdadero compromiso en la salvación de otros.
Aunque a veces te sientas insignificante y pienses que tu labor no será notada, recuerda que toda tarea que contribuya a salvar un alma tiene un gran valor ante Dios. "El plan de celebrar estudios bíblicos es una idea de origen celestial... Dios no permitirá que esta preciosa obra hecha para él quede sin recompensa. Coronará de éxito todo humilde esfuerzo hecho en su nombre" (Servicio cristiano eficaz, p. 176).

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

No hay comentarios:

Publicar un comentario