sábado, 14 de enero de 2012

BASTA YA DE CULPAR A LOS DEMÁS

«El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13).

Suponga que usted y yo pudiéramos hablar con David sobre su adulterio con Betsabé. Según la forma de pensar actual quizá nos dijera: «Sencillamente, no pude evitarlo, era tan bella... ¿Por qué tuvo que bañarse al aire libre? Tenía que haber supuesto que alguien la podía ver. Sé que no debí matar a Urías, su esposo, pero no podía permitir que se enterara de la relación que yo mantenía con ella. Supongo que me dejé dominar por el pánico».
Jesús no dijo: «Bienaventurados los que se excusan por sus pecados», sino: «Bienaventurados los que lloran por sus pecados». David no se excusó por lo que hizo. En el Salmo 51 se lamentó por su pecado: «Ten piedad de mí, Dios [...] borra mis rebeliones. ¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí» (vers. 1-3).
¿Se imagina al hijo pródigo largándole todo este discurso a su padre? «Papá, escucha. Ya sé que no tenía que haberme ido de casa, pero no me quedaba otra elección. Mi hermano siempre se burlaba de mí diciendo que yo jamás haría nada tan bien como él. Cuando me acuerdo de todo, pienso que no fuiste justo conmigo. No te diste cuenta de mis necesidades emocionales tan especiales y no las supliste. Es verdad, no colaboraba en las labores del campo, pero es que lo mío es el arte. Me imaginé que en la ciudad podría encontrarme a mí mismo.
Allí conocí a una joven muy agradable que me fue infiel. Una noche bebí demasiado y perdí todo el dinero en el casino. Siento el daño causado».
En lugar de culpar a otros, mientras estaba sentado con los cerdos, el joven decidió que iría a casa y diría a su padre: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros» (Luc. 15: 18, 19).
Tendemos a culpar a otros por nuestros errores. Pero la Biblia dice: «El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia».( Basado en Mateo 5: 4)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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