viernes, 6 de enero de 2012

ENCIENDE UNA LUZ

Ustedes son la luz de este mundo. Mateo 5:14

Nuestro versículo para hoy me recuerda las palabras de un conocido cántico religioso:
«Enciende una luz, déjala brillar. La luz de Jesús, que brille en todo lugar. No la puedes esconder, no te puedes callar...»
Encender una luz. Eso fue lo que hicieron los cristianos de Rumania, cuando sus libertades civiles y religiosas fueron suspendidas bajo el régimen de Nicolae Ceausescu. Este implacable dictador estableció un férreo sistema de censura que controlaba incluso lo que se predicaba en los templos.
Bajo estas circunstancias era virtualmente imposible cumplir la misión de la iglesia. Hasta que apareció en el panorama un sencillo pastor con las agallas suficientes para denunciar la opresión que sufría el pueblo rumano. Su nombre: László Tókés.
Bajo su liderazgo, una modesta iglesia, integrada mayormente por ancianos, creció de manera asombrosa hasta alcanzar los cinco mil miembros, ¡en apenas dos años! La reacción del régimen no se hizo esperar. Lo amenazaron. Le prohibieron comprar alimentos, le cortaron la línea telefónica y le dieron una fecha para salir del país. Aquí viene lo bueno. En el día fijado para la expulsión del pastor Tókés, la policía lo fue a buscar a la iglesia, pero allí se toparon con una muralla humana. Miles de cristianos, tomados de la mano, cantaban: «Somos uno en Cristo». Cuando llegó la noche, una multitud con velas encendidas rodeó la iglesia.
Cuando amaneció, el número de personas había aumentado. Al ver que la situación se les iba de las manos, los policías entraron a la iglesia, pero no encontraron a Tókés. Entonces abrieron fuego contra la multitud. Grave error. La protesta se extendió a otras partes del país. A los pocos días, el sangriento régimen llegaba a su fin.
¿Cómo logró Tókés motivar a sus feligreses? Muy sencillo: les predicó que cada uno debía brillar para Cristo. Y brillaron. Entre ellos estuvo Daniel Gavra, un joven que perdió una pierna como consecuencia de una bala que lo alcanzó durante la protesta. Cuando su pastor lo fue a visitar al hospital, Daniel simplemente dijo: «No lamento haber perdido la pierna. A fin de cuentas, fui yo quien encendió la primera vela esa noche».
Y tú, ¿brillarás hoy para Cristo? Recuerda que somos la luz del mundo. Enciende, pues, tu luz. «No la puedes esconder, no te puedes callar. Ante tal necesidad, enciende una luz en la oscuridad».
Señor, hoy quero ser luz para alguien que esté en la oscuridad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

1 comentario:

  1. Qué bonito es encontrar la matutina actualizada al día en ocasiones como estas que te levantas rapidito a trabajar en la obra y ni viste tu librito. ¡Arriba tu ministerio Web! :)

    Por cierto, ¿eres tuitero? Te invito a formar parte del STA (www.twitter.com/STA___) (Si ves esto en la tarde probablemente alla cambiado la dirección a /STAdv7 :)

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