miércoles, 14 de marzo de 2012

VERGÜENZA Y DESNUDEZ

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, hojas de higuera y se hirieron delantales. Y Jehová Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de pieles, y los vistió (Génesis 3:7,21).

¿No es el cuerpo humano una maravillosa obra de arte? ¿Por qué entonces sentimos vergüenza cuando nos ven desnudos? ¿Cómo sería la luminosa vestimenta original que perdieron nuestros primeros padres para que sintieran vergüenza al verse desprovistos de ella?
La vergüenza es un sentimiento de indignidad que el ser humano experimentó por primera vez tras el pecado. A través de toda la Biblia Dios mantiene una postura consecuente respecto a la desnudez. Encontramos ordenanzas claras al respecto, como las que se dieron en el Edén, o cuando Noé se embriagó, o al pueblo de Israel respecto a no contemplar la desnudez ajena. Finalmente, en lo que respecta a nosotros, la iglesia de Laodicea, hemos recibido la exhortación a obtener ropa apropiada con que cubrirnos, ya que ni siquiera percibimos que estamos desnudos.
Aunque hemos venido al mundo desnudos sin que eso nos hubiera supuesto ningún problema, comenzamos a sentir vergüenza cuando tomamos conciencia de nuestra individualidad y, a partir de un determinado momento, ya no permitimos que nos vean desnudos.
Es absolutamente normal sentir vergüenza de la desnudez. Este sentimiento tiene que ver con la conciencia moral de la persona, con su autoestima y su dignidad. Existen diferentes razones por las que nos volvemos insensibles al pudor. Entre ellas hay dos que destacan: una, por sufrir trastornos psicológicos, como fue el caso de los endemoniados de Gadara, quienes al recobrar su capacidad mental recobraron también la vergüenza y se vistieron. La otra, podría responder a la perversión, como es el caso de la mujer descarada y con atavíos de ramera que se viste sugestivamente, o usa poca ropa con la intención de seducir (ver Proverbios 7).
Quien nos ha creado conoce muy bien la relación que existe entre la vergüenza y la dignidad, por lo que conviene prestar cuidadosa atención a la forma en que nos vestimos o nos presentamos ante el mundo. La vergüenza que sintamos debe ir acorde con la voluntad de nuestro Creador.
Padre, cubre mi vergüenza con el manto de justicia de Jesús.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Greisy de Murillo

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