martes, 8 de mayo de 2012

LAS LLAVES DEL CIELO


Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. (Proverbios 22:6).

Soy esposa de pastor y madre de dos hermosos hijos, para quienes la oración ha llegado a convertirse en un instrumento de fe.
Un verano, mi esposo se preparaba para dirigir un campamento de jóvenes, cuando se dio cuenta de que había extraviado las llaves mientras hacía las compras de última hora. Preocupado, me llamó para pedirme que los tres oráramos para que aparecieran las llaves.
Tras colgar el teléfono llamé a los niños y les dije lo que le pasaba a su padre, y nos arrodillamos a orar. Terminada la oración nos levantamos y al instante sonó el teléfono. Era mi esposo para informarnos de que las llaves habían aparecido en el mismo lugar donde las había buscado anteriormente sin ningún éxito. Nuestros niños le dijeron a su papá con alegría que ellos habían orado al Señor y que por eso las llaves habían aparecido tan rápido.
Otro día, mientras íbamos de camino a una actividad de la iglesia, nuestro automóvil comenzó a fallar. Tuvimos que detenernos varias veces para ver si dábamos con la causa del problema. De pronto el automóvil se detuvo y no volvió a prender más. Estábamos seguros de que no llegaríamos a tiempo para atender nuestros compromisos. De pronto, nuestro hijo dijo: «Vamos a orar para que Dios nos ayude». Estas palabras fueron como un balde de agua fría, y a la vez un bálsamo para nuestras almas. ¡Oír de los labios de un niño de seis años una sugerencia que deberíamos haber valorado desde el principio!
Nuestro hijo oró al Señor para que el auto arrancara y pudiéramos llegar a tiempo a nuestro destino. Tan pronto como terminamos de orar, alguien se acercó a ayudarnos. Esa persona nos llevó a un taller cercano donde nos arreglaron el carro sin cobrarnos nada.
Dios quería mostrarnos su poder para que aprendiéramos la importancia de la oración. Doy gloria a Dios porque gracias a aquellos sencillos incidentes nuestros hijos aprendieron a usar los recursos del cielo.
Señor, ayúdanos a instruir a nuestros hijos para que nunca se olviden de ti ni del poder de la oración.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Iris Pacheco de Maisonet

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