jueves, 10 de mayo de 2012

TU «MARCA DE FÁBRICA»


Todo lo hace bien. ¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen! Marcos 7:37

Hoy día algunas marcas de fábrica han llegado a alcanzar un nivel tan elevado de excelencia en sus productos, que «venden» solo con el nombre. Y lo mismo sucede con algunos deportistas, escritores y estrellas del espectáculo.
¿Te has preguntado alguna vez lo que pensará la gente cuando escucha tu nombre? ¿Qué pensará cuando oye el mío? ¿Qué «vende» nuestro nombre? ¿Es la excelencia nuestra «marca de fábrica»? ¿Y qué es la excelencia, a fin de cuentas?
Según lo expresa un autor, «la excelencia es la singular actitud de hacer siempre lo mejor posible hasta completar la tarea» (P. R. Lidstrom, «Excelencia: ¡Cuan pocos la logran!», Revista adventista, ed. interamericana, mayo de 1974, p.3).
¿Es así como haces las cosas? ¿Puede la gente comprobar, por la forma como vistes, como hablas, como trabajas, que la excelencia es tu sello de identidad?
Si esta es tu experiencia, entonces en tu vida estás honrando el nombre de Dios, porque a Dios le agrada la excelencia. ¿No dice la Escritura que Dios todo lo creó «bueno en gran manera»? ¿Y que el Señor Jesús todo lo hacía bien (Mar. 7:37)?
Ahora bien, si excelencia equivale a un trabajo de primera clase, superior, como el realizado por Dios al crear los mundos, entonces la pregunta obligada es: ¿con qué propósito? Es decir, ¿excelencia para qué? Para el servicio a Dios y a nuestros semejantes, tal como lo expresan las siguientes palabras del libro Patriarcas y profetas: «Todas las distintas capacidades que el hombre posee —de la mente, del alma y del cuerpo— le fueron dadas por Dios para que las dedique a alcanzar el más alto grado de excelencia posible. Pero esta cultura no puede ser egoísta ni exclusiva [...]. Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos haya dotado deben emplearse para su gloria y para el ennoblecimiento de nuestros semejantes» (pp. 584, 585).
Te desafío para que hoy hagas todo lo que puedas, de la mejor manera que puedas. Dios lo espera. Y él estará cerca de ti para ayudarte.

Señor, capacítame para hacer siempre lo mejor, para tu gloria y para el servicio de mis semejantes.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

No hay comentarios:

Publicar un comentario