martes, 31 de julio de 2012

LOS POBRES QUE ESTÁN CON VOSOTROS


«Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman?» (Santiago 2:5).

Me encontraba en Manila, asistiendo a algunas reuniones. Ya habían terminado y había ido al mercado para comprar algunos recuerdos. Tras parar un taxi, le dije al conductor que quería volver al hotel. De camino, me fijé en la camisa que llevaba el taxista. Estaba limpia y bien planchada; aún recuerdo su color: era gris. Pero era la camisa más remendada que jamás había visto. Al parecer, con los años, las costuras se habían roto. Pero alguien, obviamente a mano, las había recosido usando hilo blanco.
Durante el trayecto hablé con el conductor. Era muy amable y agradable. Sin embargo, me era imposible apartar los ojos de la camisa. Me pareció que era de mi talla. Cuando llegamos al hotel, me quité la camisa y se la di al conductor.
—Espero que no le importe —le dije.
El respondió:
—Nunca lo olvidaré.
Yo tampoco lo olvidaré. Me hace pensar en aquel sabio griego que se quejaba por tener que comer raíces hasta que vio a otro que lo seguía recogiendo las que él dejaba.
Jesús era pobre. A algunos de sus discípulos les dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza» (Mat. 8:20). Cuando lo crucificaron todas sus posesiones eran la ropa que llevaba puesta.
La mayoría de la población mundial es pobre. La experiencia demuestra que cuanto más tiene una persona, más tiende a olvidar al Señor. El sabio lo dijo bien: « No me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario, no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: "¿Quién es Jehová?", o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios» (Prov. 30:8,9).
Me gustaría poder ver la cara de aquel taxista entrando por las perlinas puertas de la nueva Jerusalén. Yo quiero estar allí cuando vea las calles de oro y la gran mesa del banquete con todo tipo de buena comida. Vale la pena esperar. Basado en Lucas 9:58

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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