lunes, 13 de agosto de 2012

EL RICO NECIO (PARTE 1)


«Así ha dicho Jehová: "No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.  Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan", dice Jehová» (Jeremías 9:23,24).

Un día un hombre se acercó a Jesús. Estaba enojado porque su hermano no le daba su parte de la herencia. Jesús se negó a participar en la disputa, pero aprovechó la situación para contar una parábola sobre un hombre rico que tenía mucha tierra. Cada año la cosecha era más grande, hasta el punto de que acabó faltándole espacio para almacenarla. De modo que decidió derribar los graneros y construir otros más grandes. «Luego», dijo, «me retiraré a comer y beber y a hacer lo que me plazca». Pero esa misma noche Dios le dijo: «Siento que fueras tan necio y solo pensaras en ti mismo. Esta noche morirás; ¿quién disfrutará de todo eso por lo que tanto te esforzaste?».
Si no queremos cometer sus mismos errores, es preciso que reconozcamos que lo que hizo el hombre era absurdo. De ello podemos aprender algunas lecciones:
Es absurdo atribuirse el mérito de las abundantes bendiciones del Señor. Si nuestra única preocupación es acumular para nosotros mismos de las cosas buenas que proporciona la vida, hemos olvidado que no son nuestras, que nosotros no somos más que mayordomos de los bienes del Señor.
Es absurdo que acumulemos posesiones. Tenemos que estar dispuestos a usar los recursos de que disponemos para ayudar a los demás —a los pobres, los forasteros, los huérfanos y las viudas—- en lugar de pensar solo en nosotros mismos.
Es absurdo suponer que tendremos un futuro próspero y libre de problemas. El mañana es incierto. Está en manos de Dios.
Mañana veremos más formas de caer en la trampa de ser como el rico insensato.
Señor, ayúdame a compartir tus bendiciones con los demás. Basado en Lucas 12:16-21

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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