domingo, 2 de diciembre de 2012

HACER SU VOLUTAD


No os unáis en yugo des igual con los incrédulos. (2 Corintios 6:14).

Parecía que todo iba bien en mi vida: tenía un buen trabajo, muchos amigos y un novio. Pensaba seriamente en la posibilidad de formar mi propio hogar. Mi novio era un joven espiritual, pero no compartíamos la misma fe. Con frecuencia me acompañaba a la iglesia, sin embargo, no se sentía atraído por nuestra fe. Yo lo amaba y creía que él era el hombre de mi vida, y que si lo dejaba jamás iba a encontrar a otra persona igual. Pero, por otro lado, también conocía la voluntad de Dios.
Terminamos nuestro noviazgo. Debido a que ambos trabajábamos en la misma oficina nos seguíamos viendo a diario. Por esa razón oré a Dios para que nos alejara. Al poco tiempo él viajó a Estados Unidos para continuar con sus estudios. Aunque me sentía triste, aquel fue el comienzo de una nueva etapa en vida. El plan que tenía Dios para mi vida comenzaba a ejecutarse.
Asistí a un retiro de jóvenes y tuve la oportunidad de compartir con jóvenes de mi edad. Uno de ellos se llamaba Edgar y mis amigas comenzaron a bromear respecto a él; sin embargo, a mí no me gustaba. Poco tiempo después una amiga habló con Edgar y le dio a entender que había una joven en la iglesia que estaba interesada en él. Él inmediatamente supo de quién estaba hablando. Luego le dijo con mucha seguridad:
—Es Wilma, ¿verdad?
—¿Cómo lo sabes?
—¡Es que yo llevo un año orando por ella!
Edgar me invitó a salir, y esa misma noche me dijo que deseaba que yo fuera su esposa. En aquel momento no le di muchas esperanzas. Más tarde oré pidiéndole al Señor que si Edgar era la persona que me convenía, me ayudara a no tener dudas. Al abrir la Biblia para estudiarla, el primer texto que encontré fue: «Pero Jehová respondió a Samuel: "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón"» (1 Sam. 16:7). Dios me dio la prueba que necesitaba. Llevamos veinte años de casados y amo mucho a mi esposo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Wilma de Mongua

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