jueves, 27 de diciembre de 2012

NO SE ENOJE


«Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?» Hebreos 12:7

Tengo un nieto de once años. Los últimos años ha desarrollado una afición. Le gusta hacer fuegos artificiales. Esto significa que tiene que manejar productos químicos explosivos. Aunque es joven, ha aprendido mucho de química. Pero eso conlleva peligros. El otro día, mi hijo y yo hablábamos al respecto. Nos preocupa que algún día se queme o se lesione los ojos. Tiene poca experiencia con los explosivos y, a su edad, los niños no siempre son prudentes.
Pues bien, ¿qué puede hacer su padre (mi hijo) ante ese problema? Una posibilidad es ignorarlo y dejar que haga lo que quiera. Otra posibilidad es prohibirle totalmente que haga fuegos artificiales. Todavía hay otra posibilidad: dejar que siga, pero bajo estricta vigilancia.
Por supuesto, a nuestro nieto le gustaría que su papá lo dejara hacer lo que quisiera. Pero, puesto que mi hijo ama a su niño, lo disciplinará.  Es decir, que hará todo lo que pueda para impedir que su hijo se ponga en peligro. Y no lo hará por si mismo, sino por el bien de su hijo, porque lo ama. 
A veces, los cristianos hacemos cosas o vamos en una dirección que tarde o temprano acabará por dañar nuestra vida espiritual. Por supuesto, Jesús podría no hacer nada y dejar que suceda. Pero, de actuar así, no sería nuestro amoroso Salvador. Puesto que somos sus hijos, está especialmente interesado en nosotros: no quiere que nos extraviemos de camino al cielo.
Unas veces permite que suframos las consecuencias de las decisiones que tomamos. Otras, permite que en la vida se nos tuerzan las cosas con el fin de que volvamos al camino correcto.
Cuando sienta la tentación de preguntar «¿por qué?», piense en el versículo de hoy. Aquí tiene otro: «Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete» (Apoc. 3:19).  Basado en Apocalipsis 3:19

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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