martes, 5 de febrero de 2013

NO TE DEJES ROBAR


El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre. Salmo 121:7-8

Estoy segura de que muchas de nosotras, que hemos sido víctimas de algún robo o asalto, hemos experimentado una enorme sensación de impotencia. Cuando alguien nos arrebata lo que nos pertenece, nos indignamos, sobre todo si lo que se han llevado lo considerábamos de gran valor. A veces el valor no necesariamente es monetario, en ocasiones es más sentimental que material.
Recuerdo a una persona que durante muchos años sufrió por causa de la pérdida de un objeto sencillo, que había pertenecido a su abuela, y que alguien sustrajo de su maleta durante un viaje. Se sentía culpable por no haber sido más cuidadosa con semejante tesoro.
Amiga, nosotras hemos recibido regalos maravillosos de parte de Dios que son tesoros de incalculable valor: el título de hijas del Señor, el acceso libre y permanente al trono de su gracia por medio de la oración, el derecho a la vida eterna, el cuidado constante que Dios tiene de nosotras y nuestras familias, las Escrituras como guía segura para conducir a nuestros seres queridos en un mundo incierto... Por supuesto, estamos seguras de todo esto. Sin embargo, Satanás intenta despojarnos de estos maravillosos dones. Es ladrón de fe, de paz, de amor, de confianza, y de todo lo que nos pone bajo la gracia salvadora de Dios.
Como cualquier otro ladrón, Satanás acecha nuestra vida para sacar partido de lo más vulnerable de nuestra naturaleza, y despojarnos de todo lo que nos hace fuertes en Cristo. Desea saquear los depósitos de nuestra fe para hacernos caer en la miseria espiritual. Intentará por todos los medios vaciar la mente de todo lo santo y puro, para tomar posesión de lo más importante de nuestro ser: la mente.
¡Debemos estar en guardia! Cuidemos nuestros tesoros, ¡no nos dejemos robar! La mujer cristiana sabe que los necesita para construir su vida y la de su familia con miras a la eternidad. Cerremos las aberturas de la desconfianza, las puertas de la mundanalidad, las ventanas del pesimismo, que son los lugares favoritos de Satanás y sus huestes.
Por otro lado, afiancémonos en la promesa inmutable de Dios, que dice: «Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya. Pues donde ustedes tengan su tesoro, allí estará también su corazón» (Luc. 12:33-34).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

No hay comentarios:

Publicar un comentario