viernes, 5 de abril de 2013

OIDORES JUNTO AL CAMINO


El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino. Lucas 8:5.

En la parábola del sembrador se nos presenta el gran conflicto entre Cristo, el príncipe de la luz y Satanás, el príncipe de las tinieblas...
El sembrador es el Hijo de Dios, o aquel a quien le delega su obra, porque al cooperar con Cristo, hemos de llegar a ser colaboradores con Dios. Quienes les abren a otros las Escrituras por medio del ministerio personal están sembrando la buena semilla, porque la buena semilla es la Palabra de Dios...
La semilla sembrada a la vera del camino representa la Palabra de Dios cuando cae en el corazón de un oyente desatento, porque los que han de producir fruto deben meditar mucho en la Palabra que se les ha presentado. Como los pájaros están listos para sacar la semilla que cae junto al camino, Satanás está listo para quitar del alma las semillas de verdad divina, a menos que encuentre posada allí y produzcan fruto para vida eterna.
Satanás y sus ángeles se encuentran en las reuniones donde se predica el evangelio. Mientras los ángeles del cielo tratan de impresionar los corazones con la Palabra de Dios, el enemigo está alerta para hacer que no surta efecto. Con un fervor solamente igualable a su malicia, trata de desbaratar la obra del Espíritu de Dios sobre el corazón del oidor, porque ve que si se acepta la verdad, ha perdido el control de su sujeto, y Cristo ha ganado la victoria...
Hay muchos cuyos corazones son tan duros como el camino pisoteado, y aparentemente es inútil el esfuerzo por presentarles la verdad; pero aunque la lógica no los mueva y los argumentos no sean capaces de convencerlos, que el obrero de Cristo se acerque a ellos con la simpatía y compasión de Cristo, y puede ser que el amor de Cristo someta y derrita el alma a favor de la ternura y contrición...
A través de los años del tiempo de prueba, Dios está probando los corazones de todos, para que se vea quiénes encontrarán lugar para Jesús. La pregunta que toda alma debe contestar es: ¿Aceptará usted el amor perdonador de Dios, que es un remedio para las enfermedades del alma, o elegirá usted la amistad de Satanás y cosechará el terrible destino de los perdidos?— Review and Herald, 31 de mayo de 1892; parcialmente en Palabras de vida del gran Maestro, pp. 25, 26.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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