viernes, 24 de mayo de 2013

UN SERVICIO GOZOSO

Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin. Hebreos 6:11.

El Señor mira con aprobación las obras de sus siervos fieles... El deber del pueblo escogido de Dios siempre ha sido laborar desinteresadamente; pero algunos descuidan la obra que deben hacer, y otros se sobrecargan para compensar sus deficiencias. Si todos hicieran su parte con alegría, serían sostenidos; pero los que se quejan y murmuran a cada paso no recibirán ni ayuda ni recompensa.
Dios estaba descontento con los hijos de Israel porque murmuraban contra él y contra Moisés, a quien había enviado como su libertador. Los sacó de su cautiverio en la tierra de Egipto de una manera maravillosa, para elevarlos y ennoblecerlos y convertirlos en una alabanza en la tierra. Pero había dificultades que enfrentar, y cansancio y privaciones que soportar. Para ellos era necesario soportar estas pruebas. Dios los estaba sacando de un estado de degradación y equipándolos para ocupar un lugar honroso entre las naciones, y para recibir legados importantes y sagrados...
Olvidaron su servicio amargo en Egipto. Olvidaron la bondad y el poder de Dios manifestado por ellos en su liberación del cautiverio. Olvidaron cómo sus hijos fueron salvados cuando el ángel destructor pasó sobre Egipto. Olvidaron la gran exhibición del poder divino en el Mar Rojo, cuando Jehová proclamó: "Y ahí parará el orgullo de tus olas" (Job 38:11), y las aguas se juntaron y formaron una pared sólida. Olvidaron que, entretanto ellos habían cruzado sin percances el camino que les fue abierto, el ejército de sus enemigos, cuando intentó seguirlos, fue destruido por las aguas del mar...
Dios no ata sobre nadie cargas tan pesadas a cada paso que tenga que quejarse por su peso. Lo que gasta la maquinaria es la fricción y no el movimiento constante. Es la preocupación continua, y no la obra que hacen, lo que mata a estas personas...
Hay paz y contentamiento en el servicio de Cristo. Cuando estaba a punto de dejar a sus discípulos, les hizo esta promesa de despedida: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da" (Juan 14:27).— Signs of the Times, 12 de junio de 1884.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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