sábado, 1 de junio de 2013

CUIDEMOS AL QUE NOS CUIDA

Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la Palabra de Dios. Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. Hebreos 13:7-8.

En una ocasión, nuestro pastor nos pidió que oráramos por él y por su familia al despedirse, tras concluir una visita que nos había hecho. Aquello me pareció un tanto inusual. ¿No se supone que son los pastores los que oran por sus feligreses?

¿No son las ovejas las que necesitan el cuidado y la atención especial del pastor?

Tal vez esa fue la primera vez que me dediqué a reflexionar respecto a este asunto. Los pastores no solamente necesitan que los apoyemos en los proyectos de la iglesia para que progrese, sino que también necesitan ser ministrados y apoyados por la gente de su entorno. Esto es algo que también debería preocuparnos e interesarnos a nosotros los corderos.

Las familias de los pastores constituyen en muchos casos el blanco favorito de Satanás. Dañar y destruir la misión sacerdotal del pastor en la iglesia y en su hogar parecerían ser objetivos importantes para el enemigo. ¿Los dejaremos desprotegidos?

También pueden llegar enfermedades, lágrimas y dolor al hogar de un pastor.

Nadie es inmune a estos males de la vida. Y puesto que es así, los miembros de la familia del pastor necesitan un cuidado, consuelo y atención especiales. El apóstol Pablo, como ministro del Señor, expresó su necesidad de compañerismo y consuelo cuando le escribió a Timoteo, haciéndole una súplica personal: “Haz todo lo posible para venir a verme cuanto antes” (2 Tim. 4:9). Por eso, hagamos también nosotros todo lo posible.

Seamos una fuente de paz y de bendición para la familia del pastor de nuestra iglesia. No aumentemos sus cargas mediante una actitud de hostilidad o indiferencia ante sus necesidades. No les exijamos que sean perfectos, así como nosotros no somos perfectos. Mostrémosles con palabras y actos que apreciamos su ministerio.

Brindémosles nuestra amistad y compañía; muchos de ellos necesitan un brazo de apoyo en su vida personal y espiritual.

Amiga, te invito a que esta mañana, cuando eleves tus oraciones pidiendo el cuidado de Dios para ti y para tu familia, intercedas también por el pastor de tu iglesia y por su familia. No solamente te invito a que hagas esto, sino a que les confirmes tu aprecio incondicional mediante palabras de aceptación y actos de amor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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