martes, 11 de junio de 2013

PARA SER FUERTE

Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que solo piensa en recorrer tus sendas. Cuando pasa por el valle de las lágrimas lo convierte en región de manantiales. Salmo 83:5-6.

Después de que Josué reconociera con humildad que no tenía lo necesario como para continuar la tarea del gran patriarca Moisés, recibió una confirmación de parte de Dios: «Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti» (Jos. 1:5). Con esa promesa, el nuevo líder tomó ánimo y puso su confianza en Dios.
La soberbia es el resultado de pensar que lo tenemos todo y que no necesitamos nada ni a nadie, pues somos autosuficientes. La soberbia nos da un falso sentido de engrandecimiento personal, y nos lleva a sentir que somos superiores a los demás. Ese fue el mismo pecado que llevó a Satanás a suponer que no necesitaba a su Creador. Sin embargo, Josué, no actuó con soberbia, sino que fue humilde y aprendió a depender de Dios en todo momento.
La humildad nos hace reconocer que todo lo valioso que hay en nuestras vidas proviene de la mano de nuestro Creador, y que por lo tanto debemos depender de él para todo, pues nada es fruto de nuestros propios méritos o esfuerzos. La humildad es la virtud que nos lleva a considerar a los demás como personas valiosas y a entender que los necesitamos. Al mismo tiempo nos da un sentido realista de lo que nosotras mismas valemos, y nos ayuda a poner los pies sobre la tierra.
Podemos edificar sobre nuestras debilidades una sólida fortaleza con la ayuda de Dios y de los demás: «El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza» (Prov. 24:5). Cuando aceptemos nuestra necesidad de Dios y lo busquemos, seremos mujeres de poder y estaremos listas para hacer frente a los desafíos.
También quisiera recordarte que, cuando tengas problemas, la alegría de los niños te ayudará a pasar bien los malos momentos, y que la experiencia de los ancianos representa un valioso recurso que te brindará un sinfín de soluciones. Asimismo, la visión de los jóvenes te servirá para renovar diariamente tus perspectivas y objetivos. Cuando «no puedas», mira a tu alrededor y te darás cuenta de que hay muchas manos dispuestas a ayudar. Sobre todo, busca escuchar a cada paso la voz de Dios que te dice: «Sé fuerte y valiente» (Jos:1:6).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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