domingo, 22 de mayo de 2016

LO QUE NO TENÍA QUE HACER

Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? Isaías 8:19.

Cuando el rey Saúl supo que David se había pasado al bando de los filisteos para estar seguro de la continua persecución de Saúl y que los filisteos habían declarado otra guerra contra Israel, desfalleció su corazón. Estaba desesperado. ¿Cómo podría saber qué hacer?
Intentó preguntarle a Dios, pero el Señor no le respondió. El Señor nunca se aparta de un buscador sincero que se acerca con humildad; pero ¿cómo podría responderle a Saúl? El Rey había rehusado deliberadamente escuchar su voz por medio del profeta Samuel y había matado a todos los sacerdotes del Señor excepto a Abiatar. Saúl mismo se había apartado, y eso siempre hace que una persona entre en pánico.
“Encuéntrenme a alguien que tenga un espíritu de adivinación”, gritó. Quería hablar con un espiritista, alguien que pudiera predecir el futuro pero que obtenía la información del diablo. Anteriormente, había ordenado que todos los espiritistas, las brujas y los adivinos fueran destruidos, pero ahora estaba tan desesperado que estaba dispuesto a consultar directamente con el demonio. ¿Habría alguno escondido? Sí, sus siervos conocían a una bruja que vivía en el norte, en Endor.
“Bajo la protección de las tinieblas nocturnas, Saúl y sus asistentes avanzaron a través de la llanura, y dejando sin tropiezo a un lado a la hueste filistea, cruzaron la montaña para llegar al solitario domicilio de la pitonisa de Endor” (Patriarcas y profetas, p. 733)-
Aunque Saúl se había disfrazado, su altura y los regalos caros que traía despertaron las sospechas de la mujer de que él era el Rey. Cuando le recordó que los espiritistas eran ilegales, Saúl le prometió que no se haría nada contra ella si podía traer a Samuel del sepulcro. La bruja comenzó a entonar su palabrería. Luego gritó: “Un hombre anciano viene, cubierto de un manto” (l Samuel 28:14).
Saúl interpretó que era la figura de Samuel y se inclinó. No había escuchado a Samuel cuando estaba vivo, pero ahora estaba dispuesto a hacerlo cuando estaba muerto, aunque la supuesta aparición del profeta era falsa. Por supuesto, no era Samuel en absoluto. El anciano profeta estaba muerto, esperando en su sepulcro el regreso de Jesús. En su lugar, Satanás, quien es muy listo para hacer imitaciones, estaba allí representándolo.
Saúl, como muchos otros hoy en día, se volvió del Señor para buscar consejo en la muerte, y se metió directamente en las manos del diablo.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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