domingo, 5 de febrero de 2017

LA PROMESA

“Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3).

En realidad, la fecha más recordada es el 20 de marzo de 1942, cuando el general Douglas MacArthur arribó a Australia luego de escapar de Filipinas. En esa ocasión, afirmó: “Me fui, pero volveré”. Lo prometió puesto que debió abandonar a sus hombres en la Isla de Corregidor, en Manila, en manos del ejército japonés, que tomó la isla y el control de Filipinas.
En realidad, MacArthur no huyó, sino que, muy a su pesar, obedeció las órdenes del presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, de abandonar la isla y dirigirse a Australia para ser investido como comandante de todas las tropas estadounidenses.
El 5 de febrero de 1945, las tropas de MacArthur dieron por liberada la ciudad de Manila. Así, MacArthur recuperaba las Filipinas, y cumplía su promesa de volver por los suyos y recuperar ese territorio.
Algo semejante sucedió cuando Cristo tuvo que ascender a los cielos después de su muerte y su resurrección. En la cruz, obtuvo la victoria sobre el pecado y la muerte, pagando el rescate por nuestra salvación. Pero, el gran conflicto entre él y Satanás no acabó allí, aunque lo hubiese deseado. Ni siquiera pudo quedarse con los suyos, aunque sí envió al Espíritu Santo como su representante en nuestra ayuda.
Seguramente, Cristo tenía más deseos de quedarse para proteger a los suyos que los que tuvo MacArthur. Pero como Comandante en jefe de los ejércitos de los cielos, tenía una misión mayor: interceder por nosotros ante el Padre, como Sumo Sacerdote del Santuario celestial. Dado que una de las tareas de Satanás en este conflicto es ser acusador de los hombres, hasta que termine el tiempo de gracia, Cristo está intercediendo por ti y por mí ante el Padre, para que no caigamos en territorio enemigo, sino que finalmente seamos rescatados.
Sí, Cristo ascendió a los cielos, y partió aun con otro objetivo: preparar lugar para nosotros. En la Santa Jerusalén, está preparándonos mansiones para que vivamos por la eternidad junto a él. Así como cumplió todas sus promesas dentro del plan de salvación, y llegado el tiempo justo vino por primera vez a esta tierra a morir por nosotros, vendrá en las nubes celestes con poder y gran gloria, para llevarnos consigo. Sí, su promesa tiene mucho más peso que la del general MacArthur, dado que ha cumplido todas las demás.
Hoy, al enfrentar las vicisitudes de este mundo en guerra, no olvides que nuestro General ha prometido volver. ¡Y su palabra nunca falla! MB

Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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