sábado, 11 de enero de 2020

EL MEJOR TRATAMIENTO DE BELLEZA


 “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:3, 4).

Un programa televisivo de viajes invitó a un grupo de cinco hombres, nativos de un pueblo primitivo de las islas del sur del Pacífico, a conocer la cultura norteamericana. Disfrutaron de paisajes naturales y entornos urbanos, probaron toda clase de comida, se desplazaron en diversos medios de transporte y participaron en todo tipo de actividad recreativa, cultural y de consumo. Entre estas, un tratamiento de belleza en un centro especializado. El presentador que los conducía intentó acrecentar el interés por la apariencia juvenil y preguntó a uno de los nativos al entrar al salón:
—¿Le gustaría parecer diez años más joven?
Algo extrañado, el invitado contestó:
—No. Me gustaría llegar a viejo y vivir diez años más de lo normal.
La cultura del isleño exaltaba la longevidad, aun con arrugas en la cara. Mientras que los valores del occidental estaban centrados en la apariencia juvenil.
Para mejorar la belleza física la industria mueve cada año cantidades millonarias de dinero en productos y servicios que absorben gran parte del presupuesto personal del consumidor. La ropa y el calzado, por ejemplo, van mucho más allá de su papel funcional y se compran por su diseño, la marca comercial o la habilidad de atraer la atención de otros. Hay productos cosméticos para embellecer el cutis, el pelo, las cejas, las pestañas, las uñas, la piel… Están además las joyas que penden de diversos lugares del cuerpo a fin de dar más luz a la imagen corporal. Y aparte de los objetos que añadimos a nuestro cuerpo están los tratamientos que se aplican con el mismo objetivo. Nos referimos a masajes, arcillas, lifting, bótox, o incluso cirugía reparadora para retocar detalles corporales que resulten más agradables a la vista.
Pero el texto inspirado hace distinción entre dos tipos de adorno. Por un lado, ropa, peinados y joyas. Por el otro, un espíritu afable y apacible. El primero, puede comprarse con dinero, pero es temporal. El segundo es incorruptible y se recibe por medio del Espíritu Santo que transforma corazones y produce espíritus llenos de paz y de mansedumbre.
Ora hoy para que Dios transforme tu corazón y deseche de él cualquier mal y te conceda ese “adorno de un espíritu afable y apacible” para que seas una bendición para muchos.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020

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