martes, 25 de febrero de 2020

AMOR DE HERMANOS

«¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía» (Salmo 133: 1).

Esopo (620-564 a. C.), el célebre fabulista de la antigua Grecia, compuso una fábula literaria en la que los dos hijos de una familia estaban constantemente peleándose y procurando irritarse mutuamente. El padre se entristecía por su conducta y deseaba enseñarles una lección que pudieran recordar. Un día llevó a la casa unas ramas finas y secas atadas en un manojo. Retó a sus hijos a quebrar el manojo. El menor lo intentó primero, después su hermano; pero ninguno de los dos fue capaz de partirlo en dos. A continuación, el padre desató la cuerda y, separando los palitos, los fue entregando y pidiéndoles que los rompieran. Por supuesto que así lo hicieron sin ninguna dificultad. La lección fue simple pero significativa:
—Si permanecéis unidos, seréis fuertes y nadie podrá venceros, pero si os dividís, cualquiera podrá quebraros sin esfuerzo. La unión hace la fuerza.
Las Sagradas Escrituras mencionan varios grupos de hermanos con su correspondiente historia: Caín y Abel; Esaú y Jacob; José y sus hermanos; Moisés, Aarón y María; Pedro y Andrés; Lázaro, Marta y María... En muchos casos, las relaciones entre ellos son complejas y dolorosas. Caín asesinó a su hermano Abel por envidia. Esaú y Jacob compitieron desde su nacimiento por la primogenitura. José fue acosado y vendido como esclavo por sus hermanos. Moisés, Aarón y María tuvieron serias disensiones. Lázaro y sus hermanas también manifestaron desacuerdos. A veces el final es bueno; otras, desastroso. Otras, desconocido. Lo que sí parece cierto es que los problemas son frecuentes entre hermanos. Pero Dios no quiere que haya envidia, rivalidad y odio entre ellos. El versículo de hoy lo da a entender y sirve para la familia de Dios, la iglesia, y también para cada familia en particular.
Juan, el joven discípulo a quien Jesús amaba, nos pide que nos amemos unos a otros y nos recuerda que el amor verdadero solo puede venir de Dios y que «todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor» (1 Juan 4: 7-8).
Puede que tengas problemas con tus hermanos o que tengas hijos con rivalidades entre ellos. La solución consiste en aplicar el verdadero amor que solo viene de una relación íntima con Dios, la fuente del amor. La unidad que hace la fuerza (como el ejemplo de la fábula de Esopo) es importante, pero no suficiente. El amor de Dios es la solución completa. ¡Búscalo en el día de hoy!

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020.
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020.

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