sábado, 15 de febrero de 2020

HERENCIA DE JEHOVÁ

Herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Salmos 127:3.

Cuando el magnate de la industria norteamericana Wellington Burt (1831-1919) murió, nadie se imaginaba el extraño contenido de su testamento. Dejó una inmensa fortuna, que no podía transmitirse de forma inmediata a ninguno de sus descendientes. Había que esperar a que murieran todos sus hijos y todos sus nietos, contar veintiún años y entonces repartir el capital entre los descendientes que vivieran en ese momento. Tales condiciones no se cumplieron hasta 2010, casi un siglo después de su muerte. Así heredaron doce descendientes directos (bisnietos, tataranietos y choznos) que, sin haber conocido a su antepasado rico, recibieron su porción correspondiente de una herencia que sobrepasaba los cien millones de dólares. Nadie conoce las razones de esta excéntrica decisión. Pero es posible que fuera el deseo de continuar controlando, después de muerto, la vida de los demás. Las herencias suelen ser complicadas y con frecuencia causan serias disputas y rencores entre los herederos.
Pero la herencia del versículo de hoy supone mucho más que dinero o bienes materiales. Jehová nos transmite hijos en herencia. A pesar de ser el dueño de todas las cosas que hay en la tierra (Deuteronomio 10:14), ha escogido darnos a los hijos como legado. Toda herencia, hasta la de los hijos, trae consigo problemas de administración y algunos quebraderos de cabeza, pero también proporciona satisfacciones y recompensas.
He aquí algunas ventajas que ofrecen los hijos. Primero, los hijos añaden propósito, significado y motivación a los padres. Segundo, fortalecen la relación conyugal. Tercero, facilitan el buen humor y muchos ratos felices y memorables en familia. Cuarto, hacen que los padres reduzcan su egoísmo, se hagan más disciplinados y mejor preparados para hacer frente a las dificultades. Finalmente, las Sagradas Escrituras otorgan a los padres el enorme privilegio de enseñar los valores divinos a sus hijos estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes (Deuteronomio 6:6-7). De esa forma, el niño ni aun de viejo se apartará de él (del camino).(Proverbios 22:6). ¡Qué enorme privilegio conducir a los hijos a los pies  del Salvador!
Si eres padre o madre, piensa hoy en tus hijos, no como una carga, sino como la herencia que has recibido de Dios mismo. Con esa actitud los amarás más y tu relación con ellos se enriquecerá. Si no tienes hijos, mejora tu actitud hacia los más pequeños y actúa como Jesús, quien oraba por ellos y les advertía a sus apóstoles: Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis… (Mateo 19:14).

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020.
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020.

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