martes, 31 de enero de 2017

NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO

“¡Solo los simplones creen todo lo que se les dice!” (Proverbios 14:75, NTV).

Aunque emprendedor y convencido de su producto, Asa Candler nunca imaginó la proyección de su bebida cuando la registró ese 31 de enero de 1893 bajo el nombre de Coca-Cola. Aunque no fue su invención (John Pemberton la creó originalmente como jarabe medicinal), fue Candler quien la llevó al éxito con su agresiva campaña de marketing.
Hoy, Coca-Cola tiene presencia mundial. Distribuida en más de 200 países, 1.700 millones de personas la consumen diariamente. Hoy es la marca más conocida del planeta: el 94% de la población mundial puede reconocer su logotipo rojo y blanco. Después de “Okay”, es el término más comprendido en el mundo.
La estrategia promocional es asociarla con momentos placenteros, como una comida en familia, la Navidad misma, reuniones familiares o festejos deportivos. Una de sus últimas campañas publicitarias promocionaba: “Coca-Cola: destapa felicidad”; como si una botella de Coca-Cola pudiera ser la llave de la felicidad.
La realidad es otra. Según Niraj Naik, ex farmacéutico del Reino Unido, a los 10 minutos de ingerirla, 10 cucharaditas de azúcar están presentes en nuestro organismo, lo que supera el 100% de la ingesta diaria recomendada. El ácido fosfórico, también contenido en la bebida, impide que vomitemos por causa de tanta azúcar. A los 20 minutos, la presencia de glucosa en sangre aumenta y se estimula la producción de insulina por el páncreas para controlar su nivel, y es trasportada del torrente sanguíneo a los músculos, la grasa y las células hepáticas, para ser almacenada.
Pasados 40 minutos, el cuerpo absorbe la cafeína que contiene. Las pupilas se dilatan y se eleva la presión arterial, como respuesta al aporte de glucosa. Tras 45 minutos, se incrementa la producción de dopamina, neurotransmisor que estimula los centros del placer presentes en el núcleo accumbens del cerebro; lo que es una reacción similar al efecto de algunas drogas.
A los 60 minutos, el ácido fosfórico se une al calcio, el magnesio y el zinc en el sistema digestivo, e impulsa el metabolismo. Esto se agrava por las altas dosis de azúcar y edulcorantes artificiales que, además, incrementan la excreción urinaria de calcio. Entran en funcionamiento las propiedades diuréticas de la cafeína y, a través de la orina, se eliminan calcio, zinc y magnesio, que deberían ir a los huesos, así como electrolitos, sodio y agua. Se puede producir una baja de azúcar, lo que provoca lentitud o irritabilidad, y pérdida de agua y de nutrientes valiosos para el organismo.
Coca-Cola vende felicidad, pero lo que compras es exceso de azúcares y cafeína, mayor presión arterial, riesgo de diabetes, obesidad, y enfermedades del corazón. No compres todo lo que intentan venderte. ¡No todo lo que brilla es oro!

Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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