miércoles, 12 de agosto de 2009

SEGURO DE SÍ MISMO

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan 4:18

El temor nos hace realizar actos verdaderamente asombrosos. El más "alérgico" al agua, que nunca ha entrado a una piscina y que, por supuesto, no sabe nadar, puede cruzar un río desbordado, como si fuera un tritón olímpico, si lo vienen persiguiendo para matarlo. El temor está relacionado con la inseguridad. Es probable que a ti te haya ocurrido algo similar. Un amigo mío saltó una zanja de tres metros de ancho, como si fuera lo más simple del mundo, porque una serpiente de cascabel lo atacó de repente.

El apóstol se refiere aquí al temor que es fruto de la cobardía, no al deseable «temor de Jehová», que poseen todos los creyentes. Como dice el apóstol: «Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Cor. 5:11). El temor de que habla San Juan es lo opuesto a la confianza; por eso no debe tener lugar en la mente del cristiano.
¿Cómo puede echar fuera el perfecto amor al temor? Lo hace porque el perfecto amor se centra en Dios. El cristiano que ama a Dios con todo su corazón no tiene por qué temer, pues, como dijo el apóstol Pablo: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» El que ama verdaderamente no tiene miedo de Dios, ni tiene por qué temer las artimañas de los hombres. Es lo que ocurría con nuestro Señor cuando dormía en la barca mientras la tempestad llenaba de terror a los discípulos. ¿Te has preguntado alguna vez por qué Jesús no tenía miedo de nada? Ahora conoces la respuesta: Porque tenía verdadero amor y estaba perfeccionado en el amor, como dice nuestro texto. Siempre admiramos su valor cuando se dirigía a Jerusalén por última vez. Dice la Biblia que «cuando se cumplió su tiempo en que había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusaién» (Luc. 9: 51). No tuvo miedo, sino un «temor reverente», completamente diferente del miedo servil (Heb. 5: 7).
En la Palabra de Dios hay constantes exhortaciones a tener valor y vivir con valor. Parece que el valor es una de las virtudes destacadas del cristiano: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Jos. 1: 9).
Procura que Dios te libere de la tiranía del temor. Es una de las bendiciones que más necesitamos en el duro y difícil camino de la vida.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

martes, 11 de agosto de 2009

PADRE DE LOS HUÉRFANOS

Padre de los huérfanos y defensor de viudas es Dios en su morada santa (Salmo 68:5).

No hay algo más hermoso para mí que ver a un niño crecer al lado de su papá. Cuando yo era pequeña, un día mi papá salió de casa y durante mucho tiempo no supimos nada de él. Luego yo empecé a conocer que Jesús era mi mejor amigo. Así que cada día nos reuníamos mis hermanaos y yo y orábamos así: «Jesús, cuida a mi papá, ayúdalo para que regrese con bien a casa». Ahora, debido al trabajo de mi esposo, esa oración se repite en mi hogar por mis hijos y es como una espada que atraviesa mi alma y una gran tristeza que nubla mi vida. Un día llegó a mi casa una amiga que fue mi consejera del club en la Uni­versidad de Montemorelos y me contó una experiencia maravillosa de su vida, sin saberlo me enseñó a considerar a Dios como mi verdadero Padre. Ella nunca pensó lo que significaban sus palabras para mí y cuánto bien me ha­cían, pues no conocía mi historia. A partir de ese día tomé esta promesa de que realmente Dios sería mi Padre. Desde entonces poco a poco ha cambiado la perspectiva de mi vida, aun en el ministerio de mi esposo. Ahora es cuando esta experiencia ha afectado mi vida y sigo recuperando la confianza en Dios totalmente. Mis hijos oran por su papá para que regrese con bien de sus múltiples viajes, sé que así será, ya que respecto a mí, mi padre nunca volvió, pues había muerto y no lo supe hasta la adolescencia. Dedico este mensaje con amor a mis hermanos, dondequiera estén, y a mi mamá que supo ser madre y padre a la vez, y a todos aquellos que han experimentado algo similar. Quiero decirles que Dios es el Padre de los que no tienen padre.

Rosa Isela Raga de Cabrera
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

PERDEDORES Y GANADORES

En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. 1 Timoteo 6: 9

Oye, chico, si ganase la lotería mis problemas quedarían resueltos. Un día de estos me llevaré el bote. Lo habré conseguido. La calle será mía». Ni lo sueñes. Los autores de Your Money Or Your Life (La bolsa o la vida) hablaron de un estudio que siguió a mil ganadores de la lotería durante diez años. Los investigadores descubrieron que muy pocos eran más felices después de ganar esas grandes cantidades de dinero. Muchos dijeron que al cabo de seis meses de haber ganado la lotería eran menos felices que antes de ganarla. Y luego tenemos el problema de saber cómo manejar grandes cantidades de dinero. Cuando la gente no tiene que trabajar para ganar dinero, es muy fácil gastarlo. Nueve de cada diez personas que recibieron grandes sumas de dinero repentinamente lo han gastado todo al cabo de cinco años. Tal como vino, se fue. Los ganadores descubrieron que llevarse el bote también puede arruinar las relaciones. La familia y los amigos esperan que compartan con ellos las ganancias. Los ganadores nunca están seguros del todo de si las personas quieren ser sus amigos o si solo quieren echarle el guante al dinero. Muchos ganadores se vuelven solitarios para evitar que les pidan préstamos. Los juegos de azar y el deseo de ser ricos van contra los principios de la Biblia. «No le esfuerces por hacerte rico». «Más vale ser pobre y honrar al Señor, que ser rico y vivir angustiado». «El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca neo tener bastante». Aprende a ser feliz con lo que tienes. Tendrás una enorme ventaja sobre las personas que solo se contentan con llevarse el bote de la lotería.

Tomado de la Matutina El viaje

¿CONOCES A DIOS?

Amados, armémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. El que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. 1 Juan 4:7,8

Es la señal del verdadero cristiano. El que ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente es cristiano, aunque no comprenda bien muchas cosas profundas de Dios. Quien ama a su prójimo como a sí mismo es cristiano, aunque todavía no conozca todos los principios de la vida y de la piedad. El que no ama a su prójimo no es cristiano, aunque diga que ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente, y aunque conozca muchas cosas profundas de Dios. El amor es la señaí del verdadero cristiano.
Garrie F. Williams cuenta la historia de Elizabeth Pilenko. Hija de una familia rusa aristocrática, era miembro de la Iglesia Ortodoxa Rusa. A los dieciocho años, estudiando en la Universidad de San Petersburgo, se enteró con ilusión de los planes de la revolución comunista. Sin embargo, cuando triunfó aquella revolución, se decepcionó y huyó a Francia. En medio de la pobreza y la infelicidad de su vida en París, Elizabeth buscó a Dios y el Espíritu Santo transformó su corazón. Regresó a la religión de su niñez y se convirtió en monja dentro de la Iglesia Ortodoxa Rusa, en la que adoptó el nombre de Sor María.
Después de que los nazis invadieran Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, Elizabeth comenzó a ocultar judíos en su hospital. Un día la Gestapo la descubrió y la envió al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück y allí tuvo muchas oportunidades para ayudar a muchas mujeres. Pocas sobrevivieron a las condiciones terribles de Ravensbrück, donde se calcula que murieron 95,000 mujeres, incluyendo a Betsie, la hermana de Corrie ten Boom.
Un día, en 1945, cuando formaban una fila de mujeres ante la cámara de gas, para sufrir el destino que todas conocían, una muchacha comenzó a gritar despavorida. Cuando dos guardias se acercaron amenazantes a ella, Elizabeth le puso sus brazos sobre los hombros, y le dijo: «No temas. Mira, yo ocuparé tu lugar».
Es el amor que nace espontáneo en el momento de necesidad, porque mora en el corazón. Es la marca distintiva del cristiano. Es el amor que actúa como Cristo, porque es Dios morando en el corazón. El cristiano debe pedir con fervor a Dios que haga nacer en su corazón la planta celestial del amor. No pidas poder, pide amor. No busques sabiduría ni ciencia, busca el amor. Haz de hoy un día de búsqueda del amor de Cristo.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

lunes, 10 de agosto de 2009

ORAR POR OTROS

Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos (Salmo 17: 1).

Una mañana desperté y le pregunté a Dios por quién debía orar, pues tenía por costumbre orar por mis alumnos. Regularmente oro por aquellos que tienen problemas o están desorientados; y esa mañana me pregunté por quién orar. Pasó por mi mente el nombre de un chico que aparentemente todo estaba bien con él, no era un alumno problemático, más bien, era considerado como un buen estudiante. Esa mañana oré por ese muchacho. Cuando llegó a mi clase lo saludé y pude notar en su rostro que algo estaba mal. Durante la clase él permaneció serio. Cuando cantamos él guardó silencio. Cuando terminó la clase le dije que me gustaría hablar con él, que por la tarde lo esperaba en el departamento de Orientación. Esa tarde le conté cómo por la mañana había orado por él y que le había notado diferente en la clase. Le pregunté si había algo que le preocupara. Por un rato guardó silencio y las lágrimas rodaron sobre sus mejillas. Le recordé que solamente trataba de ayudarlo y si lo deseaba podía confiar en mí. Después me descubrió su corazón, al contarme su problema. Oramos juntos y al final me dijo: «Maestra, gracias por escucharme, gracias por su tiempo. Maestra, ¿puedo darle un abrazo?» Yo accedí con gozo. Y agregó: «No sabe cómo necesitaba esta plática». Como este alumno, hay muchas personas que sufren en silencio. Pasamos a su lado y no nos damos cuenta que necesitan de nosotros, por eso es importante estar en comunión con Dios para que su Santo Espíritu obre en nosotros y seamos instrumentos útiles cada día.

Myriam Carrillo Parra
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

GENTE DE VERDAD

Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mi. 1 Corintios 13: 12 Ayer hablamos de cómo dios va a cambiar nuestro aspecto físico cuando regrese. ¿No te inquieta un poco? Las personas que pasan por la cirugía plástica tienen que esperar días, y a veces semanas, para poder ver cuánto han cambiado. La inflamación debe desaparecer y los ojos amoratados deben sanar. Poco a poco se van habituando a su nuevo aspecto. Pero cuando Jesús venga, el cambio sucederá en un abrir y cerrar de ojos. ¿Piensas que tendrás problemas para reconocer a tus amigos y a los miembros de tu familia después de que Jesús los haya renovado? ¿Puedes imaginarte a la abuelita con el aspecto de una joven que podría ser tu hermana mayor? ¿En el cielo tendremos todos un aspecto tan diferente que las personas tendrán que llevar etiquetas con el nombre para poder saber quiénes son? Cada semana el periódico dominical tiene fotografías de parejas que celebran las bodas de oro. A veces también incluyen una fotografía tomada el día de su boda. Ninguno de ellos tiene exactamente el mismo aspecto que tenía hace cincuenta años, pero su aspecto es muy parecido. Yo pienso que en el cielo será así. Las personas que conocemos en la tierra serán todavía ellas mismas, solo que mejor. Por primera vez en la vida, nuestra naturaleza pecaminosa no se entrometerá en nues­tras amistades. El cerebro nos funcionará a la perfección y nos entenderemos mejor. No nos sentiremos celosos o inseguros. Confiaremos unos en otros y no temeremos decir nada inconveniente. ¿Nos conoceremos unos a otros en el cielo? Yo creo que no seremos capaces de conocernos unos a otros hasta que lleguemos al cielo. Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

LA FE DE LOS MÁRTIRES

Y aunque sea derramado en libación por el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Filipenses 2:17

Dicen que una vez, después de que D. L. Moody predicase un impresionante sermón sobre la fe de los mártires, un individuo se le acercó y le preguntó: —Sr. Moody, ¿tiene usted suficiente fe para ser mártir?

—No —fue la respuesta del famoso evangelista.
—Sr. Moody —exclamó sorprendido su interlocutor—, ¿cómo ha podido usted predicar semejante sermón sobre la fe si no tiene usted suficiente fe para ser mártir?
—Si Dios quiere que yo lo sea, me dará la fe de un mártir —repuso Moody.
Y así es. A veces, cuando pensamos en el valor intrépido y en la fe de los héroes cristianos, desde los días de Esteban hasta los misioneros actuales que han arriesgado y arriesgan su vida —perdiéndola en ocasiones— por el evangelio, miramos a nuestro interior y temblamos. Comprendemos que no tenemos la resistencia espiritual o moral para hacer frente a lo que ellos afrontaron.
Por ejemplo, no podemos leer sin temblor la historia del bachiller Antonio Herre-zuelo y su esposa, Doña Leonor de Cisneros. Fueron condenados por la Inquisición por sus creencias evangélicas. Habían sido apresados y presionados para que denunciaran a sus hermanos en la fe. Dijo de él un contemporáneo: «En todas las audiencias que tuvo con sus jueces... se manifestó desde luego protestante, y no solo protestante, sino dogmatizador de su secta en la ciudad de Toro [...]. Exigiéronle los jueces [...] que declarase [...j los nombres de aquellas personas llevadas por él a las nuevas doctrinas; pero ni las promesas, ni los ruegos [...] bastaron a alterar el propósito de Herrezuelo en no descubrir a sus amigos y parciales. ¿Y qué más? Ni aun los tormentos lograron quebrantar su constancia, más firme que envejecido roble o que soberbia peña nacida en el seno de los mares» (El conflicto de los siglos, p. 275).
Su esposa, joven de 24 años, flaqueó y se arrepintió. Pero cuando vio a su esposo morir con aquella fe y aquel valor que asombraron incluso a sus enemigos, «interrumpió resueltamente el curso de penitencia a que había dado principio». En al acto fue arrojada a la cárcel, y, después de ocho años de horrores en las cárceles de la Inquisición, «murió ella también en la hoguera como había muerto su esposo».
Nuestros tiempos no nos exigen ese tipo de testimonio. Pero todos los fieles que «combaten hasta la sangre contra el pecado», son héroes y mártires de Cristo. Decidamos hoy dar nuestro testimonio doquiera nos encontremos.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

domingo, 9 de agosto de 2009

LA ORACIÓN FORTALECE AL ENFERMO

La oración del justo es poderosa y eficaz (Santiago 5: 16).

Mi hermano Gustavo sufrió un derrame cerebral a la edad de 41 años. Entonces él vivía en Valle Hermoso, Tamaulipas. Nos separaban muchos kilómetros de distancia, así que después de recibir la noticia emprendimos un largo viaje para verlo. Entonces escuchamos el diagnóstico del neurólogo: estado de coma. Después de una larga cirugía comentó que sería mejor empezar los preparativos para trasladar el cuerpo, pues su estado era muy grave y no daba ninguna esperanza de vida. Agregó que si creíamos en algún milagro lo pidiéramos a Dios. Nos unimos en oración toda la familia. Un pastor vino a ungir a Gustavo. Ya estábamos resignados a perderlo y esperábamos que mi hermano descansara, pues no mejoraba. Pasaron 45 días y el doctor ordenó la última tomografía; después de ese estudio, si no veía ninguna mejoría, lo desconectaría de los monitores. Ese día oramos con todo el corazón, rogamos a Dios para que hiciera un milagro. Tuve la oportunidad de entrar al lugar del examen, tomé su mano y oré, sabía que mucha gente hacía lo mismo en ese momento. Cuando la camilla salió se dejó ver el cuerpo inerte de Gustavo, pero increíblemente, él abrió sus hermosos ojos verdes y sorprendido me dijo: «¿Qué pasa? ¿Qué hago aquí?» Yo no lo podía creer y rápidamente llegaron los médicos. ¡Una vez más Dios había hecho un milagro! Sé que Dios nos dejó a Gustavo para darnos un ejemplo de paciencia, pues las secuelas de su enfermedad lo dejaron en silla de ruedas y con muchos problemas de salud. Lo maravilloso de todo fue que él nunca renegó, no se quejó de nada y mantuvo un carácter dócil y amable. Vivió fiel a Dios nueve años más y murió con la firme esperanza de resucitar una mañana gloriosa en que el Rey lo llame. En esta mañana te invito a orar sin cesar, pues solo el día en que estemos al lado de nuestro Dios nos despediremos de la dulce oración que durante nuestra vida terrenal nos mantuvo en comunicación con Dios.

Lupita López Cervantes
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.