miércoles, 17 de junio de 2009

RESPONDER EL DESAFÍO

Así que, hermanos, por la tierna misericordia de Dios, os ruego que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto espiritual. Romanos 12: 1

En el capítulo 12 de Romanos, Pablo comienza a considerar la aplicación de la doctrina de la justificación por la fe, que venía explicando desde el primer capítulo. La expresión "así que" es una locución conjuntiva que indica el fin de una sección. La justificación por la fe no solo significa el perdón del pecado, sino también una vida nueva Después de analizar las doctrinas fundamentales del cristianismo, el apóstol destaca los principales deberes. Yerran los que miran la fe cristiana como una serie de nociones abstractas, Lejos de ello, la cristiana es una religión práctica que tiende al ordenamiento de una forma piadosa de vivir. No está diseñada solo para informar nuestro juicio, sino para reformar nuestros corazones y nuestras vidas. Por eso, el apóstol dice: «Os ruego, hermanos, por la tierna misericordia de Dios, que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios», aludiendo a los sacrificios que se ofrecían en el santuario terrenal de Israel. Nuestra vida debe ser como una ofrenda de olor grato ante Dios. Es decir, la vida piadosa consiste en rendir nuestra vida a Dios. Debemos notar que el apóstol habla del cuerpo como la manifestación de la vida: el cuerpo es la persona. «Pablo primero exhorta a los cristianos a que consagren su cuerpo a Dios, y después los insta a presentarle sus facultades intelectuales y espirituales vers. 2). La verdadera santificación es la consagración de todo el ser: "espíritu, alma y cuerpo" (1 Tes. 5: 23), el armonioso desarrollo de las facultades físicas, mentales y espirituales, hasta que la imagen de Dios —en la cual fue creado el hombre— sea perfectamente restaurada. La condición de la mente y del alma depende en gran medida de la condición del cuerpo. Por lo tanto, es esencial que las facultades físicas sean conservadas en óptima salud y en el mejor vigor posible. Cualquier práctica dañina o complacencia egoísta que disminuya la fortaleza física dificulta el desarrollo mental y espiritual» (ibíd.). Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador personal nuestra vida tiene un nuevo origen. Somos liberados de la esclavitud del pecado (Rom. 6: 22) y recibimos un llamado a seguirlo incondicionalmente para ser moldeados a su imagen. Quizá Pablo rogó con mucha insistencia y fervor porque observaba que muchos seguidores de Cristo, igual que ocurre hoy, no honraban el buen nombre que había sido invocado sobre ellos. ¿Cómo estás tú?

Tomado de la matutina Siempre Gozosos

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