domingo, 21 de febrero de 2010

MÁS QUE INFORMACIÓN

Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? 1 Reyes 3:9

¿A caso Salomón solicitaba que le fueran impartidos cursos superiores de Ciencias Políticas y Derecho cuando pidió «discernimiento para gobernar a su pueblo»? ¿A lo mejor un curso de Ética «pa¬ra distinguir entre el bien y el mal»? ¿Tal vez pedía información? Porque la información es poder. No es lo mismo saber que saber hacer. Salomón fue capaz de pedirle a Dios lo que en la actualidad, en el vocabulario pedagógico, se conoce como «desarrollo de competencias». «Discernimiento», significa que tienes la capacidad para escuchar con atención para analizar toda la información que te llega de diferentes fuentes. Significa que tienes la habilidad para distinguir lo falso de lo verdadero, por muy sofisticada que sea la falsificación, sobre todo con respecto de lo que las personas dicen o son, o de lo que otros dicen de ellas. «Discernimiento» significa que tienes un marco de referencia con respecto de convicciones acerca de lo importante, lo prioritario, lo verdadero. ¿Qué cursos hay que tomar para adquirir todas estas «competencias»? ¿Te das cuenta que la educación es mucho más que ir a las aulas y mucho más que buenas calificaciones? Por eso es que la verdadera educación tiene su origen en Dios, fuente del conocimiento verdadero y la sabiduría. Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14; 6). Cuando Jesús prometió la dirección del Espíritu Santo en la vida de los creyentes, les dijo que mediante su ministerio les daña una clara conciencia del pecado, la justicia y el juicio (Juan 16: 8). También les dijo que los guiaría «a toda la verdad» (Juan 16: 13). Por eso la verdadera educación se pone de manifiesto con mucho más que la exhibición de un diploma, un título, incluso de muchos diplomas y títulos. No te conformes con saber y acumular información. Pídele hoy a Dios la conducción de su Espíritu Santo para que puedas desarrollar tus habilidades de escuchar, analizar, comparar y tomar decisiones en el marco de su Palabra, que vive y permanece para siempre.

«Consagrados a Dios y teniendo la protección de su gracia y la influencia vivificante de su Santo Espíritu, manifestarán un poder intelectual más profundo que los simples mundanos». MJ 188, 189

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes ¡
Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

¿ES LA FE MERECIDA?¿ES LA FE MERECIDA?


Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado» (Mateo 9:22).

La fe es tener fe en Jesús. Es decir, confiar en una persona, específicamente, en lo que hizo esa persona. Así que la fe no es un mero asentimiento intelectual. Implica depositar nuestra confianza en una persona, lo que requiere una relación personal. Por lo tanto, somos justificados por tener una relación personal de confianza con Cristo.
A veces, cuando leemos la Biblia sin tomar en cuenta su contexto más amplio, podemos concluir que la fe es un mero asentimiento intelectual, solo un ejercicio mental. Jesús dijo a varias personas a las que iba a sanar: «Ten fe». En otra ocasión dijo a sus discípulos: «Si tuviereis fe». Con esto, sin mucha reflexión, podríamos concluir que la fe es solo un ejercicio abstracto de la mente. Pero no es así cuando lo vemos a la luz de lo que afirman los escritos de Pablo.
La cuestión de la fe se complica un poco más cuando le atribuimos a ese ejercicio mental una cualidad meritoria. Es decir, llegamos a pensar que la fe es un mérito, porque si no tienes fe, no puedes conseguir lo que quieres. Entonces, la fe se convierte en un mérito propio, porque el que tiene la fe es la persona involucrada; por lo tanto, es su mérito personal. Este concepto es muy peligroso cuando lo llevamos a la justificación o salvación. Si la fe es un mérito personal, entonces somos justificados por tener ese mérito. En este caso serla: es por la fe, pero por la fe que yo tengo. Por lo tanto, me salvo por mérito propio.
En la Biblia se oponen la salvación por obras y la salvación por fe. La fe es el medio que nos lleva a aferramos de Cristo, quien es el que nos salva. La fe no salva; el que salva es Cristo. No se debe poner mérito alguno en la fe porque distorsiona el evangelio de Cristo. Notemos: «Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito en la fe» (Fe y obras, p. 24).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

sábado, 20 de febrero de 2010

PIERNAS FLACAS

El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón (1 Samuel 16:7).

Era muy pequeña cuando nací y he sido pequeña toda mi vida. Incluso después de haber tenido mis dos hijos, perdí el peso que tanto me había tostado subir. Me veo más joven de lo que soy, y a menudo la gente se confunde con mi edad. Mientras escribo esta meditación, trato de convencerme a mí misma de que no suena tan mal lo que les cuento. Sin embargo, la verdad es que nací pequeña en un lugar equivocado del mundo. Nací en la pequeña isla de Haití, y ser pequeña en esa cultura es una señal de pobreza, hambre y necesidad. Sin generalizar, algunos amigos de otras islas me han contado que la gordura es reverenciada en sus países.
De niña me llamaban Piernas Flacas, y ahora, siendo adulta, mi peso es a menudo el tema de conversación. "Nunca engordas"; "Pensé que ya no estabas tan flaca"; o "¿Qué talla usas ahora?" Estos son los comentarios que suelo escuchar de mi familia y mis amigos. Sin embargo, nada se iguala a la manera en que mi madre trató el tema de mi talla. Cuando era niña, ella me alimenta para "poner un poco de carne en esos huesos". También me compraba ropa que era varias veces más grande que mi talla real, y me encantaba usarlas porque me hacían sentir más grande.
Cuando fui adulta, mi madre continuó comprándome ropa grande. La compraba como obsequio, pero luego comencé a sentirme incómoda con esos “obsequios”. ¿Por qué me sentía tan mal? ¿Quería ser grande... o no?
Al contemplar mi vida, me doy cuenta de que yo no elegí nacer así, ni tampoco quise cambiarme a mí misma. Soy más que un cuerpo pequeño e insignificante. ¡Soy una hija del Rey! Él me acepta tal como soy. De hecho, estoy segura de que se deleita en mi tamaño pequeño porque demuestra su creatividad al hacer cada persona tan única como los copos de nieve que caen del cielo. Él me redimió, me liberó del pecado y me llamó hija suya. Como si la salvación no fuera poco, me dio una familia maravillosa, salud y amigos. Todo esto, pero no mi peso, me da motivos para gritar de gozo.
Señor, ayúdame a amar a los demás así como son. Ayúdame también a valorar las cosas que son eternas, y a. aceptar las que son temporales.
Rosejoseph Thomas
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

INVITADO A LA MESA

Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies. 2 Samuel 9:13.

Mefi-boset es uno de los protagonistas de una de las historias mas conmovedoras de la Biblia. El relato comienza con un brote de misericordia. David, consolidado ya como rey, busca honrar la amistad
y amor por Jonatán. Entonces dice la Biblia: «El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán» (2 Samuel 9: 1). Así es como reaparece en el escenario Mefi-boset. Habla sido mencionado en 2 Samuel 4: 4 con muy mala fortuna. Cuando llegó la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, su nodriza huyó del lugar y, en las prisas, el niño, entonces de cinco años, se le cayó, así quedo tullido de sus piernas.
Mefi-boset tuvo, entonces, que vivir escondido, a pesar de su parálisis, por temor a las represalias del rey contra su familia. Pero el clamor de David llegó hasta Lodebar, así como el clamor divino había ido tras Adán y Eva, quienes se escondieron al pensar que Dios tomaría venganza contra ellos. Su manera de presentarse ante el rey habla de la baja autoestima que Mefi-boset tenía y de sus escasas expectativas hacia el futuro: «¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!» (2 Samuel 9: 8).
«No temas», fueron las primeras palabras de David; las segundas fueron de misericordia; las terceras de redención; y las últimas de adopción como miembro de la familia real (vers. 7). Es una historia realmente impresionante, porque ilustra muy bien la tierna misericordia de Dios hacia nosotros, que nos amó de tal manera que nos redime y adopta para formar parte de la familia que comerá siempre a su mesa (Apocalipsis 3: 20). No tengas temor, tu mala fortuna ha terminado. Dios ha enviado a su Hijo para conducirte al palacio.
«Cristo nos escogió primero, pagando un precio infinito por nuestra redención, y el verdadero creyente escoge a Cristo como lo primero, lo último y lo mejor en todo». MJ 116.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL ÚNICO CAMINO

Separados de mí no pueden ustedes hacer nada (Juan 15: 5).

La fe que salva debe dirigirse hacia una persona, es decir, la fe es una condición que implica una relación personal con Cristo. Uno puede creer en muchas cosas o personas, pero para alcanzar la justificación delante de Dios hay que tener fe en Jesús.
Esto está en armonía con las enseñanzas de Cristo registradas en los evangelios. Él dijo: «Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo» (Juan 10: 9). Es interesante que Jesús no dijo que él era "una" de muchas puertas que conducen al redil de Dios y a la salvación. Dijo que era "la puerta". Es obvio que para él no hay tantas puertas, no hay tantas maneras de llegar a Dios y de salvarse. Si queremos ser salvos tenemos que entrar por esa puerta, que es él; es decir, tenemos que creer en él.
Cristo también hizo otra declaración impresionante: «Yo soy el camino, la verdad y la vida [...]. Nadie llega al Padre sino por mí» (Juan 14:6). También es importante notar que Jesús no dijo que era un camino para llegar a Dios. Para él no había muchos caminos para llegar al Padre. Dijo que había uno solo, y que él era ese camino. También dijo que era la verdad. Vino a revelar el plan de la salvación que incluía su muerte para redimir al hombre. Y también dijo que era la vida. Es decir, la vida eterna, que hay solo una. Para hallar el camino de regreso a Dios, tenemos que creer en Jesús. No hay otra fórmula.
Los seres humanos han inventado muchos caminos para llegar a Dios, muchas maneras de salvarse. Llámese Buda, Confucio, Lao Tsé, Mahoma, Krishna, etcétera, todos son caminos falsos que no llevan al Dios verdadero. Pedro lo dijo con claridad meridiana: «De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual poda¬mos ser salvos» (Hech. 4: 12).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

viernes, 19 de febrero de 2010

SER COMO UN LÁPIZ

Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas (Eclesiastés 9:10).

En 1943, cuando comencé a ir a la escuela, se utilizaban la pizarra y el pizarrín en Sudáfrica. Las pizarras eran rectangulares y tenían un marco de madera. Al año siguiente se utilizaban los lápices de mina de grafito.
Con el paso del tiempo, los alumnos se sentaban en bancos de madera, y en la parte de arriba de cada pupitre, del lado derecho, había un agujero circular para el tintero. Para escribir, utilizábamos una pluma anexada a un pedazo de madera circular, que sumergíamos en la tinta negra. Esto era siempre muy desastroso, continuamente necesitábamos papel secante para secar las manchas. Más adelante, se nos permitió usar plumas estilográficas con tinta azul. Esto era mucho mejor, y quedaba más prolijo. Luego apareció el invento de los bolígrafos, cuya tinta no se podía borrar.
Los tiempos han cambiado y la tecnología ha avanzado desde entonces. Cuando recuerdo aquellos años, me doy cuenta de que todavía me gusta usar lápiz y goma, porque cuando cometo un error tengo la posibilidad de borrarlo prolijamente.
Hay varias lecciones que podemos aprender de los lápices de grafito que se aplican a nuestra vida espiritual. Soy inútil, a no ser que Alguien me levante y me sostenga. El Maestro Artesano quiere que sea la mejor llevando el mensaje de amor y esperanza al mundo. Pero esto ocurre únicamente si me dejo sostener en sus manos. Cuando cometo errores, pueden ser borrados por Alguien que está muy cercano. Y no funciono eficientemente a menos que tenga el grafito del Espíritu Santo dentro de mi estructura. No importa el tamaño, la edad o el color exterior; lo más importante está en el interior.
El proceso de afilado es muy doloroso, pero debe realizarse con la fina-lidad de que pueda escribir un mensaje claro y efectivo. Todas enfrentamos desafíos en la vida, pero esas experiencias nos hacen personas más fuertes en Cristo Jesús. No importan las circunstancias, siempre debo dejar mi marca -una buena impresión- en los que me rodean; no importa cuan difícil sea la situación.
Todas somos como lápices, traídas a la existencia por el Creador para un propósito único y especial. Avancemos con un propósito significativo para hacer grandes cosas por Dios.
Priscilla Adonis
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

UNA RELACIÓN DETERMINANTE

Puedes irte tranquilo», le dijo Jonatán a David, «pues los dos hemos hecho un juramento eterno en nombre del Señor, pidiéndole que juzgue entre tú y yo, y entre tus descendientes y los míos». Así que David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad, 1 Samuel 20:42.

En el cumplimiento con la misión que Dios te ha dado, te encuentras con personas sin las cuales hubieras podido realizar tu cometido. En la plataforma de los hombres ilustres de la Biblia, David ocupa un lugar prominente. Es sin duda uno de los preferidos. ¿Pero qué hubiera sido de David sin Jonatán? ¿Con qué palabras calificarlas esta relación? ¿Amistad? ¿Afecto? ¿Lealtad?
Imagínate que Jonatán hubiera sentido celos por David. Tenía muchas razones para sentirlos, incluso más que el propio Saúl, que ocupaba el trono y figuraría en la historia como el primer rey de Israel. Tuvo su oportunidad. Sus activos y sus pasivos como gobernante. Jonatán era el heredero al trono. Sin duda que la experiencia de su padre se constituía en una escuela para él. Cada día recibía lecciones de cómo gobernar y cómo no gobernar cuando se presentara la oportunidad.
Repentinamente aparece otro aspirante al trono. Así lo entendió Saúl y se lo advirtió a Jonatán. Le dijo: «Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estarán seguros!» (vers. 31). El dilema en que vivió Jonatán en cuanto a sus lealtades quedó resuelto cuando aceptó la voluntad de Dios. Así es como se pueden resolver los dilemas.
Necesitas estar seguro de la voluntad de Dios en tu vida. Debes asegurarte de la misión que Dios te ha encomendado, para que cuando por tu lealtad entres en conflicto tomes la mejor decisión, la que honre a Dios. En el capítulo 20 del primer libro de Samuel hay algunos deseos que será bueno recordar: «¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho!» (vers. 23). «Juzgue [Dios] entre tú y yo» (vers. 42). ¿No te parece que si tus relaciones amistosas las vincularas a tu relación con Dios te iría mejor en todos los sentidos?
«Es inevitable que los jóvenes tengan compañías, y necesariamente sentirán su influencia [...]. Los jóvenes pueden ayudarse y fortalecerse mutuamente, mejorando en conducta, disposición y conocimiento». MJ 409

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

JUSTIFICADOS POR SU SANGRE

Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo (Efesios 2: 13).

Tener fe en Cristo es tener fe en su sangre, es decir, tener fe en que :entregó su vida, que murió como sacrificio por el pecado. Para el apóstol Pablo era muy importante este concepto de tener fe en la sangre de Cristo. Veamos este pasaje: «Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios!» (Rom. 5: 8, 9). Notemos: Cristo murió por nosotros, hemos sido justificados por su sangre. Esta justificación nos salva del castigo de Dios, porque Cristo murió en nuestro lugar. La fe que salva es la fe que se enfoca en la persona de Cristo, particularmente, en su muerte, porque su muerte fue una muerte expiatoria, no una muerte cualquiera.
Esta es la razón por la que la sangre de Cristo se conecta con la redención: «En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia» (Efe. l:7). Esta redención no es otra cosa que la redención del pecado, que solo es posible mediante el perdón de Dios. Al justificarnos, Dios nos perdona, y al perdonarnos, nos redime. Así que la justificación es, en esencia, la redención del ser humano.
Otra idea importante que se vincula con la sangre de Cristo es la reconciliación: «Y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz» (Col. 1: 20). La muerte de Cristo logró hacer la reconciliación de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Por su muerte Dios está en paz con nosotros, porque nos ha justificado: «Ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom. 5: 1). La reconciliación es un corolario de la justificación que recibimos por la fe en su sangre.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C