jueves, 21 de enero de 2010

RECONCILIACIÓN Y SALVACIÓN

Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios» (2 Corintios 5:20).

Alguien podría concluir que puesto que Cristo reconcilió a Dios con el mundo entero, todo el mundo se va salvar. Si ya Dios puso los pecados del mundo sobre Cristo y lo condenó como pecador en lugar de la raza humana, entonces todos los seres humanos se va a salvar. Lamentablemente, no. ¡Cómo quisiéramos que fuera así!
Mencioné que la reconciliación es una palabra teológica que viene del mundo de las relaciones humanas. Imagine que un vecino suyo cometió una falta grave contra usted, por la cual ambos se enemistaron. Poco después, usted piensa en el incidente y lo que significa, y decide ir a su ofensor y decirle: «Quiero decirte que no tengo nada contra ti; estoy en paz contigo y deseo que nos reconciliemos». Su vecino lo mira a los ojos, y le contesta: «Tú estarás en paz conmigo, pero yo no; tú querrás mi amistad, pero yo no quiero la tuya». ¿Piensa usted que se reconcilió con su vecino? Claro que no. Por más que se haya reconciliado con él, todavía falta que él se reconcilie con usted para que la reconciliación sea efectiva.
Lo mismo sucede con Dios. Él se reconcilió con nosotros, pero es necesario que nosotros aceptemos esa reconciliación y nos reconciliemos con él. Si el ser Humano no acepta la oferta divina, no hay reconciliación. Si no aceptamos el ofrecimiento de paz que Dios nos hace, la muerte de Cristo no será efectiva en nosotros. Para que la reconciliación divina sea una realidad, es necesario que ambas partes acepten las premisas de la reconciliación. Para fines de la salvación, no es suficiente que Dios se reconcilie con nosotros; todavía nos incumbe aceptar su oferta y reconciliarnos con él. La salvación será efectiva solo en quienes acepten el ofrecimiento divino.
La reconciliación divina también requiere que haya personas que lleven este ofrecimiento a los que no saben que Dios se ha reconciliado con ellos. Pablo dice que «somos embajadores en el nombre de Cristo», por lo tanto debemos decir a otros que Dios no es nuestro enemigo; debemos presentarles su oferta de paz y reconciliación.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

miércoles, 20 de enero de 2010

ROCÍO FRESCO

Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento: como la grama, y como las gotas sobre la hierba (Deuteronomio 32:2).

Mientras caminaba hacia el edificio de aulas, la naturaleza completa brillaba después de una llovizna fresca. Estábamos en la estación lluviosa de Sudáfrica, y las flores silvestres se mecían con la brisa suave.
La estación lluviosa en esta parte del mundo puede variar de un día para el otro. Hacía poco habíamos tenido un diluvio. El agua corría a raudales por este mismo camino aplastando o quebrando las flores y el pasto con la fuerza del viento y la lluvia. Había sostenido mi paraguas fuertemente para que no se me volara. No había disfrutado de esa caminata y sentí pena por las flores que eran azotadas de un lugar a otro.
Pero el rocío fresco de esa mañana era hermoso. Las flores se veían brillantes y felices. Tenían sus capullos en alto para recibir la luz del sol cálido. ¡Qué contraste con el otro día!
Pensé en los niños que encontramos cada día en casa, en la escuela y en la iglesia. Nuestras palabras producen un efecto muy grande en sus emociones. Los niños necesitan formación, así como las flores y el pasto necesitan agua, pero dependiendo de la manera como impartamos la disciplina se verán diferencias en sus actitudes. Muy a menudo nos enojamos, y nuestras emociones se traducen en palabras ásperas y vehementes. Él niño se siente lastimado y trata de escapar del ataque, así como las flores que estaban aplastadas bajo la lluvia torrencial. Algunos niños quedan afectados de por vida. Sin embargo, si con paciencia y amor les recordamos que deben comportarse bien, los más jóvenes todavía pueden sonreír y levantar sus cabezas, enderezar sus hombros e intentarlo otra vez.
Señor, cuan suave fuiste con los niños que erraban. Enséñanos tus caminos y tus métodos a medida que tratamos con ellos, para que podamos traer sonrisas y felicidad a sus corazones mientras se enfrentan con las estaciones tormentosas de la vida,
"Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios" (Lucas 18:16). Que el Señor nos bendiga al traer el rocío fresco al corazón de los niños.
Francés Osborne Morford
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

LIBRES EN UN MUNDO DE ESCLAVITUD

En Egipto, los madianitas lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia. Génesis 37:36.

Te imaginas, ¿qué futuro podía trazarse José en esas condiciones? ¿Qué proyecto de vida? ¿Has llegado a algún lugar en el cual no conocías a nadie, como la ciudad en donde continuarías tus estudios, o el sitio donde debías iniciar tu trabajo, o el territorio que te asignaron para colportar? José había llegado a una de las mayores metrópolis del mundo antiguo, arrancado abruptamente de la seguridad familiar. Era un lugar con idioma, estilo de vida y costumbres radicalmente diferentes.
Pero cuando tú llegaste sabías que ibas a trabajar al día siguiente, o que realizarías un proceso de inscripción en la escuela, o participarías de una entrevista de trabajo o, en el último caso, que recorrerías las calles en busca de compradores. José, en cambio, no sabía nada, no era dueño de sus planes. Ni siquiera podía trazarlos. Llegó como esclavo. Lo único que sabía era que lo habían comprado, ya no podía entrar y salir libremente. ¿Un plan de vida para la incertidumbre? ¿Era el fondo de su infortunio? ¿Faltaba más? ¿Cuál sería la sorpresa el día de mañana? ¿Cuándo iba a parar de rodar? En medio de la crisis, no importa cuáles fueran las circunstancias, decidió enfrentarse a la incertidumbre. La enfrentó con la mejor de las certezas: En aquellas terribles y trágicas circunstancias, su proyecto de vida sería la fidelidad al Dios de su padre. Decidió que no se apartaría de la Ley de Dios que su padre le enseñó a amar. Decidió que nada lo iba a separar del amor que le profesaba a Dios. Decidió que no importaba cuáles fueran las circunstancias de la esclavitud a las que estaba sometido, mantendría su mente en un estado de libertad basada en su fe en el Altísimo.

«En este conflicto de la justicia contra la injusticia, únicamente podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina». MJ 53.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

RECONCILIACIÓN TOTAL

Esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados (2 Corintios 5: 19).

En el texto de hoy, hay dos cosas interesantes. Primeramente, cuando Dios se reconcilió con el ser humano lo hizo con todos: ricos y pobres, educados e ignorantes, blancos y negros, buenos y malos. Dice el apóstol que Dios se reconcilió con el mundo entero. A veces pensamos que Dios solo se reconcilia con los buenos, no con los malos; con los que van a la iglesia, no con los que no van; con los cristianos, no con los paganos. Sin embargo, la reconciliación divina abarcó a todos. No hubo nadie por quien Cristo no muriera.
Esto nos obliga a hacernos la pregunta: ¿Cómo hizo Dios para reconciliarse con todos los seres humanos, cuando la mayoría de ellos son malos o no quieren aceptar la amistad que les ofrece? La respuesta parcial de nuestro texto es que Dios no les tomó en cuenta a los hombres sus pecados. Pero, ¿es esa la manera como un Dios justo soluciona el problema de la enemistad con el ser humano? ¿Puede un Dios, que dice ser justo, gobernar el universo de ese modo? Desde la caída del ser humano y a través de los siglos, cuando la iniquidad del hombre se desencadenó abiertamente, se cuestionó la justicia de Dios, porque parecía que, con pocas excepciones, él no hacía nada para castigarla.
Este era uno de los cuestionamientos del atribulado Job (Job 21: 7, 13). Los malos prosperaban y los buenos sufrían. Pablo añade que Dios, en su paciencia, pasó «por alto los pecados» (Rom. 3: 25). Sí, parecía que Dios no hacía nada. Pero no ha sido el plan de Dios tratar con el pecado con el principio de «borrón y cuenta nueva». Dios no le dio una palmadita en el hombro a Adán, y le dijo: «Aquí no ha pasado nada». Con el tiempo se reveló el plan de Dios para tratar con el problema del pecado: colocar sobre Cristo el pecado del mundo. Por eso Pablo concluye: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Cor. 5: 21). Dios reveló en Cristo que es justo.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

martes, 19 de enero de 2010

EN CONSTRUCCIÓN

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios (1 Corintios 3:9).

Mientras hojeaba un catálogo de ropa, vi un par de remeras que me gustaron. Una tenía varios buhos posados en la rama de un árbol, todos en posición vertical, excepto uno que estaba colgado hacia abajo. La leyenda decía: "¡Nadie es perfecto!"
La segunda remera representaba un lugar de construcción, lleno de he-rramientas, andamios, y el cartel: "En construcción". La leyenda decía: "Ten paciencia conmigo por favor, estoy en construcción, Dios no me ha terminado todavía". No compré ninguna de las dos remeras; pero sus leyendas me impresionaron de tal forma que las recuerdo hasta el día de hoy.
Los dos últimos años hemos estado remodelando nuestra casa. Reparamos el techo, pusimos revestimientos de vinilo, agregamos una habitación cómoda para la familia y una galería cerrada a su lado. Remodelamos la cocina, hicimos un patio cerrado debajo de la habitación para la familia y construimos un garaje techado para dos autos.
Más adelante, le pondremos el piso a las partes del sótano que no están terminadas y pintaremos algunas paredes y les pondremos revestimientos decorativos a otras. Creo que toda casa o departamento, si se la mantiene en buen estado, requiere trabajo continuo.
Lo mismo ocurre en nuestro diario caminar con Dios. Siempre estamos "en construcción", y Dios es el diseñador y el constructor. Ya fuimos creadas a su imagen, pero él quiere que reflejemos su imagen más plenamente, quiere que seamos todo lo que podemos llegar a ser. Dios sabe que lleva tiempo y paciencia lograrlo. Por eso una de mis canciones favoritas es: "He's still working on me" [Aún obra en mí].
Me encanta contemplar desde el suelo los proyectos de construcción en progreso. Y es emocionante también ver cómo nosotras mismas y otras personas crecen espiritualmente.
Oremos para no ser severas ni criticonas con nuestro prójimo, quien como nosotras, está "en construcción" sino que podamos brindarle el amor, la paciencia y la comprensión que nos gustaría recibir si estuviéramos en su situación.
Bonnie Moyers
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

SIN TEMOR AL ARREPENTIMIENTO

Y tuvo un sueño: Vio una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo. Ángeles de Dios subían y descendían por ella. Cénese 28:12, RV95.

Al alguien que estaba en un lugar alto se cae, y desea subir otra vez, nada más útil que una escalera. Jacob huía de la ira de Esaú, su hermano. Además, ¿no crees que también escapaba del remordimiento por haber engañado a su padre?
Allí, frente al anciano y ciego padre, un Jacob disfrazado tuvo seis oportunidades de arrepentirse de su engañoso proceder. ¡Fueron demasiadas! Estas ocasiones están registradas en el capítulo 27 de Génesis:
  1. «Dime, hijo mío, ¿quién eres tú?» (vers. 18).
  2. «¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?» (vers. 20).
  3. «Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú» (vers. 21).
  4. «La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú» (vers. 22).
  5. «¿En serio eres mi hijo Esaú?» (vers. 24).
  6. « Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso» (vers. 26).
¿Puedes imaginarte a Jacob huir y pensar en la forma en que podría arreglar el problema y recuperar así el nivel de paz que había disfrutado en la casa de sus padres? Imagínate su desilusión al pensar que posiblemente había perdido para siempre el amor de sus seres queridos. Sin duda estaba agotado física y sicológicamente cuando se arrojó al suelo sobre una piedra que utilizó de cabecera. Entonces vino el sueño de la escalera y la voz de Dios que lo invitaba al arrepentimiento.
Podemos enfrentar el día de hoy sin temor si confiamos en Cristo. Él es la escalera que une el cielo con la tierra y nos transporta al nivel de paz con nuestro Padre celestial.

«¿Has caído en pecado? Busca entonces sin demora a Dios, para obtener misericordia y perdón [...]. Todavía se extiende la misericordia al pecador». MJ 65.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

MUERTE RECONCILIATORIA

Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! (Romanos S: 10).

La reconciliación divina con el ser humano, no solo fue iniciativa de Dios el Padre sino que involucraba la muerte de Cristo. Por eso es que la muerte de Cristo es una muerte que reconcilia; en este caso, que une a Dios con el hombre.
Dijimos que, a causa del pecado, el hombre no tenía ningún deseo de reconciliarse con Dios. Esa es una de las consecuencias más funestas y perniciosas del pecado en la vida humana. Destruye en el hombre el deseo de buscar a Dios. A tal punto el pecado llega a ser insidioso y sutil, que nubla la mente y la conciencia humana de modo que el hombre no se da cuenta de la situación en la que está. Es por eso que a diario nos encontramos con personas que no quieren que se les hable de Dios, ni tienen el mínimo deseo de asistir a ningún lugar donde se hable de él. Son enemigos de Dios en su mente, y no saben que Dios es su amigo.
Si esa situación de enemistad no se hubiese resuelto, estaríamos perdidos. Viviríamos y moriríamos sin esperanza. Como Dios es un Dios Santo y Todopoderoso, a quien el pecado ofende porque es su enemigo natural, todos habríamos sido aniquilados y hubiésemos desaparecido para siempre. Por eso Dios dio el primer paso. Envió a su Hijo a morir en lugar del hombre pecador. La muerte de Cristo reconcilió a Dios con el ser humano. Él ya no es más nuestro enemigo. La muerte de Cristo hizo compatible a un Dios santo con la fragilidad humana. Esto es lo que significa que el Señor se haya reconciliado con el hombre.
Aunque el evangelio se ha predicado extensamente, todavía son muchos los que vagan por el mundo con la idea de que Dios es su enemigo. Pero esto no es verdad. De acuerdo a la premisa fundamental del evangelio, Dios es nues¬tro amigo. A él podemos acudir con seguridad, porque es fiel.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

lunes, 18 de enero de 2010

UNA PALABRA DE AYUDA

Manzana de oro configuras de plata es la palabra dicha como conviene (Proverbios 25: 11).

Entré apresuradamente en la sala de descanso, dirigiéndome hacia la máquina expendedora para conseguir mi merienda, cuando me encontré con una situación embarazosa. Allí estaba Karen, sentada en la falda de Tom. Yo sabía (y sabía que Karen también lo sabía) que Tom era un hombre casado.
Tom era un persona sensible, inteligente y ayudadora que trabajaba en mi mismo turno, y me había ayudado a aprender mi trabajo. Me caía bien y hasta ese momento lo había respetado. No estaba segura de qué hacer. Completé mi compra y me fui tan rápidamente como pude.
Más tarde ese mismo día, Tom se sentó a mi lado en el comedor. Quería disculparse y tratar de explicarme la situación. Se explayó con muchos detalles en el tema de la ruptura matrimonial con su esposa y de cómo Karen se le había acercado. Sin embargo, me parecía que Karen se había metido en su vida de tal forma que le había facilitado la ruptura matrimonial. Habló por largo rato, contándome no sólo de sus problemas sino también de sus alegrías en la vida matrimonial. Cuando el período de recreo llegaba a su fin, me preguntó mi opinión, pero lo hizo de tal forma que me daba cuenta que esperaba que le diera mi aprobación en su relación con Karen. "Querido Señor, dame las palabras justas para esta situación". Oré y tomé la bandeja de comida para marcharme. Finalmente le dije: "Me parece que aún estás enamorado de tu esposa".
Al poco tiempo, Tom fue transferido a otro departamento y Karen dejó la compañía. Pasó un año hasta que lo volví a ver otra vez. Un día, a la hora del almuerzo, se acercó con un compañero de trabajo y nos presentó diciéndole a su amigo: "Esta es la chica de la que te hablaba. Sus palabras salvaron mi matrimonio".
Dios me había dado las palabras justas que Tom necesitaba escuchar para despejar la confusión que Karen había traído a su vida, volverlo al camino de la felicidad y la fidelidad con su esposa. La promesa de Dios hecha a Moisés: "yo estaré con tu boca" (Éxo. 4:15) es para cada uno de nosotros. Nunca sabemos cuándo necesitaremos hablar las palabras que podrán hacer una diferencia duradera.
Señor, que siempre pueda hablar las palabras de ánimo que tú me des para decir. Amén.

Darlenejoan MacKibbin Rbine
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken