jueves, 28 de mayo de 2009

UNA TRISTE POSIBILIDAD

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Gálatas 6: 1
El apóstol Pablo dice que los cristianos pueden tener la triste experiencia de encontrar a algún hermano cometiendo una falta. Es una experiencia desalentadora, especialmente si la falta es de aquellos pecados que más nos escandalizan. Una vez, en la época cuando el cine todavía era el único lugar donde podían verse películas malas, unos hermanos descubrieron que el anciano de la iglesia salió del lugar donde habían exhibido una película "solo para adultos".¿Qué debe hacer un cristiano cuando se encuentra en una situación así? ¿Correr a avisar al pastor? ¿Pensar en la disciplina de la iglesia? ¿Reunir la junta? ¿Señalarlo con el dedo? El apóstol aconseja: «Vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado». El amor, que debe presidir todos los actos de los cristianos, impulsa siempre a restaurar, sanar y salvar. La propia disciplina de la iglesia no es vindicación de principios, no es restauración de agravios, no es impulso de mantener pura a la iglesia, sino deseo profundo de restauración del pecador.Nuestro Señor aconsejó: «Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele, estando tú y él solos; si te oyere, has salvado a tu hermano». Es el texto de la disciplina eclesiástica. Pero es restauración por amor. No porque peque contra ti, en el sentido de que te ofendió, sino porque peque contra Dios y lo ofenda. Lo que hay que hacer es restaurarlo. Ve y hablale de corazón a corazón. Convéncelo de que está en peligro. Convéncelo de que está «exponiendo a vituperio a tu Señor». Si te oye, si pide perdón, si deja lo malo que estaba haciendo, «has salvado a tu hermano». Has hecho disciplina. Todo queda entre los dos. No conviene divulgar los errores de los siervos de Dios, porque exponemos a la vergüenza a nuestro Señor. Decirlo a dos o tres testigos, para que ayuden, tiene el mismo propósito: Acumular amor, acumular súplica, para que se arrepienta, acumular peso para que se dé cuenta de su error. Si se arrepiente, amén. No hay delito que perseguir. Lo que se proponía, que era restaurar, se ha logrado. La disciplina de borrar de los libros es extrema. Tiene sentido cuando la falta haya causado escándalo entre los incrédulos, porque los miembros de la iglesia nunca deben escandalizarse «si alguno fuere sorprendido en alguna falta». A los cristianos los errores de sus hermanos no los escandalizan; los hieren, lo mismo que a Cristo. Si sorprendes a alguien en alguna falta, piensa en ti mismo, «no sea que tú también seas tentado».

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos

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