lunes, 1 de junio de 2009

NO HUNDAS EL BARCO

Quítale el orgullo a tu siervo; no permitas que el orgullo me domine. Asi seré un hombre sin tacha; estaré libre de gran pecado. Salmo 19: 13

El 28 de noviembre de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, el Archerfish, un submarino de la armada de los Estados Unidos, cruzaba las aguas de la bahía de Tokio buscando aviadores americanos abatidos. El radar descubrió un movimiento más arriba. Sin darse cuenta, el submarino había descubierto la nueva arma secreta de Japón, un enorme portaaviones, el Shinano. El Shinano había sido construido bajo el mayor de los secretos, de manera que quien hablase de él en público era reo de pena de muerte.
El Archerfish se puso a perseguirlo mientras zigzagueaba por el agua. Incapaz de ponerse en la posición correcta para el ataque, el submarino continuó la persecución durante siete horas.
Entonces el Shinano cometió un gran error. Dio la vuelta y encaró la proa hacia el Archerfish. El submarino estaba a punto. Disparó cuatro torpedos al portaaviones de sesenta y cinco mil toneladas. El portaaviones, que los japoneses llamaban "la Fortaleza Inexpugnable del Mar" se fue al fondo del océano arrastrando consigo a su tripulación de mil cuatrocientos hombres. El orgullo de la armada japonesa se encontró con su destino en su primera noche en el mar.
Esta historia nos recuerda al Titanic. Los capitanes del Shinano y el Titanic tuvieron un exceso de confianza y creyeron que sus barcos eran indestructibles.
La confianza es un rasgo positivo. Pero el exceso de confianza hace que las personas se vuelvan descuidadas y los resultados suelen ser costosos.
—No necesito estudiar. Soy el más listo de la clase.
—¿Para qué tengo que arreglarme para la entrevista de trabajo? A la gente no le importa cómo me visto.
—Tengo una salud de hierro. Puedo comer lo que quiera.
Aprovecha todas las oportunidades. No intentes tomar atajos. Nadie es indestructible, ni siquiera tú.
Tomado de la Matutina El viaje increíble.

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