viernes, 31 de julio de 2009

ÁNGELES GUARDIANES

Ésta es la oración al Dios de mí vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe (Salmo 42: 8).

Los ángeles tienen el encargo de proteger cada familia. Cada cual está al cuidado de un ángel santo. Estos ángeles son invisibles, pero a veces permiten que su luz resplandezca tan nítidamente que se los puede reconocer. Creo que éste es el caso en la revelación que usted tuvo. Esta ma­nifestación le enseña que el Señor la ama y que sus ángeles la protegen. Usted es protegida por el poder de Dios. Muchas cosas semejantes van a ocurrir. Esta manifestación de luz se le dio para animarla, tal como usted lo ha dicho, a hacer el bien. Usted ha tenido una vislumbre de la luz de Dios, y ello debiera animar mucho su corazón, infundiéndole agradecimiento. Todos nosotros debiéramos estar siempre agradecidos por la verdad de que los ángeles celestiales nos cuidan constantemente. Muchos, si hubieran visto la luz que usted vio, se habrían regocijado y estarían agradecidos. Cuando usted escudriña las Escrituras, trata de ser buena y de hacer lo correcto, los ángeles que la acompañan se regocijan. Los ángeles del cielo acuden de una manera muy especial para asistir a los que responden a la evidencia de la verdad y tratan de obedecerla. Y si no siempre se los ve, usted debe recordar que siempre están presentes; solamente que su vista natural no es lo suficientemente fuerte como para percibir esa luz. . . El gran problema de todos nosotros es que no dedicamos tiempo a pensar que seres celestiales están cerca de nosotros para ayudarnos cada vez que queremos hacer lo recto. La luz celestial ha estado muy cerca de usted. Se le ha dado evidencia de que el Señor la ama y se preocupa por usted. Anímese, y sienta que recibe fortaleza y gracia para realizar todo el bien que es capaz de hacer... Gracias a Dios, su corazón ha sido vivificado, porque ha tenido el privilegio de ver algunos rayos de luz de los mensajeros celestiales. Usted puede ver cuánto puede hacer para ayudar a su madre y a los otros miembros de su fa­milia. Un cristiano es alguien que cada día aprende de Cristo, asume los pe­queños deberes de la vida y lleva las cargas de los demás. Así se mantendrá unida a Cristo (Carta 82, 31 de mayo de 1900, dirigida a Elsie Atkim, una joven miembro de iglesia de Australia).

Elena G. de White
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

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