jueves, 30 de julio de 2009

LOS PEREZOSOS NUNCA PROSPERARÁN

Pero el que siga firme hasta el fin, se salvará. Mateo 24: 13

En el periódico local apareció el siguiente anuncio: «Bicicleta estática: 50 dólares; cinta para correr, 250 dólares; máquina de remar, 75 dólares. Todo en perfecto estado de uso. Casi nuevo. 657-5674.» No conozco a las personas que vendían esos objetos, pero estoy casi segura de que en algún momento de su vida (quizá cuando hacían los propósitos para el año nuevo) decidieron que se pondrían en forma. Por eso, quizá, primero compraron la bicicleta estática. Pero cuando la bicicleta dejó de ser algo divertido, probaron con la cinta para correr. Y luego la máquina de remar. Aparentemente, no usaron mucho ninguna de las, máquinas porque admitían que estaban casi nuevas. Es muy fácil excitarse con un nuevo proyecto, en particular cuando nos da un motivo para gastar dinero. Pero después de haber trabajado un poco en él, la novedad desaparecen y buscamos algo nuevo que nos dé un poco más de emoción. Una de las características de la madurez es la capacidad de seguir haciendo algo aun cuando ya no nos divierta. Quizá sea un empleo de verano aburrido que nos obligue a hacer lo mismo un día tras otro. O puede que sea tu trabajo de historia, cuando lo que preferirías es ir a esquiar con los amigos. También sería el equipo de voleibol después de no ganar ni un solo partido y ser el peor jugador de toda la liga. Cuando nos comprometemos a hacer algo, debemos cumplir la palabra dada. Nos ayuda a aprender a ser disciplinados y hace que en el futuro sea más fácil llevar adelante los proyectos. El compromiso es también una parte vital de la salvación. En un momento u otro, muchas personas aceptarán a Jesús y dirán de sí mismas que son cristianas. Pero solo permanecerán en la familia de Dios los que continúen su relación con él. Ahora que has empezado un viaje increíble, no permitas que nada te detenga.

Tomado de la Matutina El viaje siempre increíble.

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