martes, 21 de julio de 2009

LOS VERDADEROS ADORADORES OBEDECEN

Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: "A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra"».Mateo 4: 5, 6

Adoración sin obediencia, sin compromiso. Está de moda en la actualidad. Los templos están repletos de esa clase de adoradores que, al parecer, lo único que desean es que les digan que están bien, sin importar cómo vivan. Satanás conoce muy bien lo que significa la verdadera adoración. Las tres tentaciones que presentó a Jesús tenían como objetivo lograr que el Señor lo adorara. ¿De que manera alcanzaría su meta mediante la segunda tentación? Probablemente la tentación tuvo lugar en el pórtico de Herodes, en el lado sur, desde el cual se podía contemplar el valle del Cedrón. Desde allí no se podía ver la profundidad del abismo. De esa altura le pidió Satanás a Cristo que saltara, citando parcialmente los versículos 11 y 12 del Salmo 91, y dejando fuera de manera intencional la frase «en todos sus caminos», es decir, en todos los justos caminos de Dios. Jesús confronta de nuevo la tentación de exhibir su poder de hacer milagros aparte de la voluntad del Padre. Satanás le dice: «Ya que has decidido confiar en tu padre, muestra al mundo cuánto confías en él, lanzándote del pináculo del templo». Jesús sabía que no había recibido ninguna orden de parte de su Padre para lanzarse desde el pináculo del templo. Hacerlo sería una presunción y, por lo tanto, pecado. Pero Jesús afirmó su decisión de no hacer ninguna cosa por su propio poder. Decidió adorar a Dios a través de la obediencia. Jesús comprendía con toda claridad el segundo principio de la verdadera adoración: A Dios se le adora con la obediencia. La desobediencia es adoración a Satanás. Dios no acepta que lo pongamos a prueba en esos términos. Aunque a Jesús no le pasara nada físicamente, saltar del pináculo no tendría justificación si Dios no ordenaba. El hecho de que algo no salga mal, aunque se haga desobedeciendo a Dios, no significa que el Señor aprueba todo lo que hacemos. Dios aprueba la obediencia. La orden que Cristo nos da es que vivamos bajo la palabra de Dios. Cualquier conducta es humana y, por lo tanto, pecaminosa. Digamos, como el himno: Su santa ley obedezco por fe, y feliz para siempre con Jesús estaré. Himnario adventista, n° 238.


Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario