sábado, 18 de julio de 2009

PROTECCIÓN ANGELICAL

Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas (Salmo 17: 8).

Desde pequeños se nos dice que los ángeles de Dios nos cuidan en todo momento, y es una certeza que nos da valor en muchos momentos de temor o sobresalto. Los jóvenes hebreos llevados a la cautividad en Babilonia tuvieron que pasar fuertes pruebas en donde no solo los ángeles los acompañaron, sino el mismo Hijo de Dios estuvo con ellos protegiéndolos al ser lanzados al horno de fuego; incluso podríamos decir que fueron muy favorecidos por el cielo. Pero no solamente ellos, nosotras también somos hijas beneficiadas por Dios, pues él tiene cuidados muy especiales en situaciones que así lo ameritan. Mi esposo tenía el compromiso de cantar en una boda, así que nos pidió a mi hijo y a mí que lo acompañáramos. Freddy dijo que no le gustaba ir a las bodas y decidió quedarse, así que yo fui con mi marido. Después de un rato, mi esposo comentó que tenía sueño, que le ayudara a manejar. Tomé el volante y él reclinó el asiento para dormir un poco, nos pusimos los cinturones de seguridad y continuamos el viaje. Faltaban solo trece kilómetros para llegar cuando, sin darme cuenta, me quedé dormida y me salí del camino hacia un barranco: el vehículo volcó entre piedras, ramas y vidrios hasta que se detuvo con las llantas hacia arriba. Habíamos caído aproximadamente cinco metros y estábamos colgando de los cinturones de seguridad. De pronto el auto empezó a arder en llamas. Gracias a Dios, algunas personas se acercaron para ayudarnos a salir y luego subimos a la carretera por si estallaba el automóvil. Cuando llegó la ambulancia los camilleros fueron directo al auto en busca de los tripulantes. Entonces les dijeron que éramos nosotros. Pero ellos no lo creían, pues no teníamos ni un solo golpe, solo teníamos vidrios entre el cabello; en cambio, el vehículo había quedado inservible. El encargado de la ambulancia nos dijo: «De verdad que ahora sí su ángel los protegió porque miren cómo quedó el auto». Dimos gracias a Dios porque no solamente mandó a un ángel, sino a muchos para que nos protegieran y saliéramos ilesos en ese momento difícil.

Ma. Luisa Monárrez de Armenia
Tomado de la matutina Manifestaciones de su amor

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