viernes, 28 de agosto de 2009

LA ORACIÓN POR LOS ENFERMOS

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias (Filipenses 4: 6).

Es increíble la carga emocional que conlleva tener un hijo enfermo. Hace algún tiempo Luis, mi hijo menor, comenzó con un cuadro de rotavirus, y como a Lester, el mayor, ya le había dado, creí saber cómo manejarlo. Pronto descubrí que estaba equivocada. El niño comenzó a adelgazar con mucha celeridad. Su lucidez mental también se fue perdiendo. Entonces recordé la poesía Las huellas, y oré: «Señor, permite que mi corazón se impresione con la idea de que tú me estás cargando en este momento tan abrumador y que no me vas a bajar de tus amorosos brazos hasta que esto pase». En ese instante sentí esa clase de paz que solo Dios da. Al principio tenía mucho miedo y hasta discutí con mi esposo porque no se podía hacer humanamente más por el niño. Si mi hijito hubiera seguido a ese ritmo no habría sobrevivido. Una vez más la providencia me impresionó y de repente hablé con mis padres, mi hija adoptiva, mi hermano y mi hermana. Y así creamos una cadena de oración. Dios permitió que mi hijo lentamente comenzara a mejorar. Desde mi cama podía escuchar su cuerpecito luchar contra la enfermedad. ¡Es desgarrador ver que se llevan a tu hijo las enfermeras y tú no puedes hacer nada! En su infinito amor, Dios tocó mi corazón y me pidió que no me apartara de él, y eso hice, y lo alabo con cada fibra de mi cuerpo por ayudarme a cuidar lo más hermoso que tengo: mis hijos. Oré con mi esposo, pedí perdón al Señor, y en su amor hallé consuelo. Dios lo ve y sabe todo, y doy gracias por eso. Oremos por nuestro prójimo y los nuestros que al final nos pedirá cuenta de ello.

Larissa Serrano
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

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