martes, 25 de agosto de 2009

NADA ES DEMASIADO DIFÍCIL PARA DIOS

Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador. Isaías 12: 2

Cuando en la vida nos sucede una tragedia, nuestra primera respuesta suele ser: «No, no puede ser verdad». Pero una vez que somos capaces de aceptarla, el siguiente pensamiento es: «¿Por qué sucedió?» La gente suele sacar tres conclusiones distintas cuando cree en Dios pero no tiene fe en él. «Dios tiene que estar demasiado ocupado para darse cuenta de lo que sucede en mi vida. Me parece que no puedo depender de él. Tendré que cuidar de mí mismo». «Ya sé que Dios lo ve todo, pero quizá no se preocupe por lo que me sucede. Creo que tendré que ocuparme yo de mis asuntos». «Dios debe haberme castigado por que soy malo. Mejor me protejo de él». ¿Ves qué sucede cuando la gente pierde la fe en Dios? En lugar de acercarnos más d él, buscamos en nosotros mismos la solución a nuestros problemas. Por otra parte, si creemos que el amor de Dios y su cuidado nos cubren completamente, podremos estar seguros de que todo lo que ocurra habrá pasado por su inspección y lleva añadida una bendición. Quienes aprenden a confiar plenamente en él no viven resentidos por lo que les sucede. No necesitan preocuparse por lo que les pueda traer el futuro. Tienen la completa seguridad de que él puede tomar la peor de las situaciones y usarla para que obre en nuestro favor. Quizá no podamos imaginarnos cómo Dios pueda volver una tragedia en una bendición, pero esto hace que todo sea más emocionante cuando sucede.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

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