martes, 29 de septiembre de 2009

MANCHAS IMPOSIBLES

Aunque te laves con lejía y te frotes con mucho jabón, ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad —afirma el Señor omnipotente— (Jeremías 2:22).

Hace unos años, durante unas vacaciones en Colombia, mi país de origen, nos aventuramos en un recorrido por las bravas tierras de Santander. Mi esposo y mi hijo iban a caballo, cuando de repente al cruzar bruscamente un lodazal sus camisetas blancas se ensuciaron. Al instante mi pequeño se angustió y casi lloró al mostrarme las manchas que habían quedado en su camiseta; se sentía avergonzado, no quena que los demás lo vieran sucio. Lo consolé y le dije que no había problema, que mamá quitaría esas manchas cuando lavara su ropa. Pero, para mi sorpresa, al lavar dichas prendas las manchas no cedieron. Usé cuantos detergentes y quita manchas me recomendaron pero todo lúe en vano. Por su puesto mi hijo no quiso volver a usar esa prenda, siempre me decía: «Ésa no mamá, está manchada».
Una ropa sucia o manchada puede hacernos sentir avergonzadas y conscientes de nuestro problema. El pueblo de Dios a través de la historia ha tratado de borrar las manchas de su trasgresión con lejía, con abundante jabón, y Dios mismo enfatiza que esto no es posible. A veces nosotras nos sentimos así. Un error, un tropiezo, nos lleva a pecar; se siente como una mancha incómoda. Y Satanás aprovecha cada oportunidad para recordarnos y señalar nuestros errores.
Hoy es el día en que debes venir a lavar tus vestiduras en las aguas vivas del perdón que el Señor Todopoderoso, el Fuerte de Israel, te ofrece. Recuerda lo que él te dice en Isaías 1: 25: «Limpiaré tus escorias con lejía y quitaré todas tus impurezas». No dejes que Satanás te siga acusando, ni trates de borrar tus errores, recibe las blancas vestiduras de lino fino que Dios está dispuesto a ofrecerte y siente el poder trasformador del perdón.
Libny Raquel Bocanegra Velásquez
Tomado de Manifestaciones de su amor

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