sábado, 3 de octubre de 2009

TODO TIENE QUE VER CONMIGO

Adora al Señor tu Dios, y sírvele solo a él. Mateo 4: 10

En sábado, mientras tocaba al órgano la introducción del himno de apertura, me distraje. Sin pensarlo, canté el primer verso, «Jesús, me amo.,, ¡Glups! Aunque no quería cantar esas palabras, admito que eran ciertas Me amo. Pienso que todos nos amamos a nosotros mismos. La semana pasada, en clase de Biblia, leímos en Éxodo cuando Dios dio los Diez Mandamientos a Moisés. Antes de que Moisés pudiera bajar de la montaña con ellos, el pueblo de Dios ya estaba bailando alrededor de un becerro de metal que habían hecho sus orfebres. Pensaron que Moisés nunca volvería. Así que tomaron el asunto en sus manos y se hicieron el ídolo. Dije a los alumnos que nosotros somos demasiado sofisticados para inclinarnos delante de un ídolo, pero cada uno tiene su propio ídolo. Mi ídolo se parece a mí. Y este segura de que el tuyo se parece a ti. No adoramos a los automóviles, ni al dinero, ni los vestidos caros. Nos adoramos nosotros mismos. Cada vez que decidimos hacer las cosas a nuestra manera en el lugar de Dios, lo destronamos del corazón y nos ponemos en su lugar. Si eso no es adorar un ídolo, ¿qué es? Dios dice: «Confíame el diez por ciento de tu dinero». Nosotros decimos: «No puedo». Idolatría. Dios dice: «Pasa un tiempo conmigo antes de ir a la escuela». Nosotros decimos; «Señor, no tengo tiempo. Tengo que estudiar para un examen». Idolatría. Dios dice: «¿Por qué no almuerzas con ese alumno que no tiene amigos?» Nosotros decimos: «¿Y arruinar mi reputación?» Idolatría. La verdadera felicidad solo se encontrará cuando Dios ocupe el primer lugar en vida. Confía en él porque sabe qué es lo mejor para ti. Invítale cada día a ocupar el trono de tu corazón.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

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