jueves, 19 de noviembre de 2009

¡UNA SALVACIÓN TAN GRANDE!

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron. Hebreos 2:3.

Todavia recuerdo una de las primeras semanas que prediqué en la iglesia que pastoreé cuando era aspirante al ministerio. El mensaje estaba basado en la historia de Gedeón y los trescientos. El punto central era mostrar lo difícil que es la salvación. Explicaba que, de los 32,000 que fueron llamados por Gedeón, solo 3,000 pasaron la prueba. Luego, usando una operación matemática, probaba que, de 400 miembros que tenia la iglesia, solo tres estaban preparados.
Al día siguiente salí a visitar a algunos miembros. Al llegar a uno de los hogares, encontré a toda la familia desanimada. Me dijeron que, después de mi sermón, les parecía que la salvación o es nada fácil y que otros estaban más seguros que ellos. Al recordar aquello comprendo ahora lo equivocado que estaba en mi concepto de la salvación.
Nuestro texto dice que tenemos una salvación extraordinariamente grande. Jamás será comprendida por nuestra mente finita, cuya existencia es breve. Los redimidos tendrán como tema de estudio la inagotable ciencia de la salvación. Los siglos sin fin serán insuficientes para alcanzar sus profundidades. Cada día escucho y leo cosas maravillosas acerca de la gracia salvadora que me llenan de asombro.
En la Republica Checa escuché a un predicador decir que «la gracia salvadora de Dios no solo pago la enorme deuda que por nuestros pecados teníamos con Dios, sino que, además, nos dejo saldo suficiente a favor para que nunca más volviéramos a endeudar».
Lo más extraordinario del amor de Dios es que nunca cesa. Nos ama hoy lo mismo que nos amo ayer, y su amor por nosotros no cambiará mañana. Cuando sentimos que hemos fallado, Dios corre y se coloca frente a nosotros con el mensaje de esperanza da nuestro favor. «Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Cristo ha sido derramado en nuestros corazones por el espíritu Santo que nos fue dado» (Rom. 5:5). La salvación no tiene nada que ver con nuestro comportamiento; lo tiene que ver todo con la gracia de Dios.
Jesús exclamo desde la cruz «Consumado es». No hay nada que podamos hacer para ganar mayor salvación, mayor perdón. Cuando Cristo expió nuestros pecados, borró la cuenta. Le puso el sello de CANCELADO y abonó en s libro de contabilidad todos los beneficios derivados de ser él quien es. El amor de Dios no es consecuencia de lo bien o mal que yo me porte. Esa circunstancia precisamente me quita el deseo de pecar. Lo que quiero es obedecerlo, alabarlo y compartir con otros su gran salvación.

Tomado de la Matutina Siempre gozosos.

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