jueves, 26 de noviembre de 2009

VICTIMAS

¿No debías tu también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti? Mateo 18:33.

Una noche, durante la guerra de secesión, Robert Ellicombe, capitán del Ejercito de la Unión, escuchó los lamentos de un hombre que yacía en la tierra de nadie que separaba el ejercito confederado del de la Unión. Como no podía dormir, el capitán decidió ir a rescatar al herido y prestarle atención medica.
Temiendo que los soldados enemigos empezaran a dispara, Ellicombe se arrastró en silencio por el suelo hasta que llegó junto al soldado moribundo. Cuando estuvo a su lado, Ellicombe agarró al hombre por la camisa y empezó a tirar de le hacia las líneas unionistas. Pero antes de llegar a un lugar seguro, el hombre murió.
Sin embargo, el capitán continuó con su misión.
Tan pronto como estuvo fuera del alcance del enemigo, cargó el cuerpo hasta una tienda para identificar al muerto e incluirlo en las listas de bajas. Cuando encendió una linterna, El corazón de Ellicombe casi se detuvo del sobresalto. El hombre a quien había intentado salvar era su propio hijo. El joven había estudiado músico en uno de los Estados del sur y, sin que su padre lo supiera, se había alistado en el ejército confederado.
A veces pensamos que las otras personas son nuestros enemigos. Quizá hayas crecido teniéndote que afrontar a un acosador. O quizá alguien en la escuela te ponga las cosas difíciles.
Es bueno tener presente que aunque parezca que están contra ti, no son tus enemigos. El verdadero enemigo es Satanás. Él quiere arruinar la vida de todos los seres humanos. Y por eso le gusta usar a la gente para hacer el trabajo sucio. Cuando te des cuenta de que las personas con las que no te llevas bien son víctimas de Santanas, te será más fácil sentir compasión por ellas.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

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