jueves, 28 de enero de 2010

EL CONSUELO DE LAS PROMESAS DIVINAS

Muchas son tas angustias del justo, pera el Señor lo librará de todas ellas. Salmos 34:19.

¿Te parece que el versículo de esta mañana es una buena publicidad para invitar a la gente a acercarse a Dios? El pastor Juan José Andrade, director del Centro White de la Universidad de Montemorelos, trae este texto a nuestra consideración hoy, día de su cumpleaños. A través de su experiencia ministerial ha llegado a entender muy bien que Dios no ha preparado un lugar en el espacio para guardar a salvo a todos los que creen en él.
Dios tiene a sus hijos en este mundo, en medio de muchas aflicciones que sobrevienen repentinamente y los toman por sorpresa. El Salmo 34 comienza con la clara definición de la propuesta de David en torno a su confianza en Dios: «Bendeciré al Señor en todo tiempo». Entonces presenta sus evidencias:

  • Nos escucha y nos libra (vers. 4).
  • Nos alumbra y no nos avergüenza (vers. 5).
  • Provee «a los que le temen» (vers. 9).
  • Sus ojos no nos pierden de vista y sus oídos captan nuestro clamor (vers. 15).
  • Se acerca a nosotros y nos salva (vers. 18).

El Salmo termina presentando a un Dios Redentor, y la promesa de los que confían en él no serán condenados (vers. 22). Esta última promesa fue confirmada por Jesús mismo en la conversación nocturna con Nicodemo. El Señor dijo en esa ocasión: «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él» (Juan 3: 17).

¿En qué circunstancias escribió David este Salmo? Cuando huía. ¿Por qué tuvo que pasar por tantas aflicciones un joven que ya había sido elegido y ungido por Dios? Había salido al frente de Goliat en el nombre de Dios, pero parecía que repentinamente el cielo había quitado su protección y lo había abandonado a su propia suerte. Pero el Salmo 34 revela su profunda confianza en Dios. Por eso David no vaciló en declarar: «El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos» (Salmos 34: 7).

«Cuando Satanás profiera sus amenazas, apártese de ellas y consuele su alma con las promesas de Dios». MJ 107, 108.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

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