miércoles, 10 de marzo de 2010

UN DESTINO CON ESPERANZA

Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. Job 19:25.

En esta clara afirmación aparecen los poderosos conceptos de lo que significa una convicción, la redención, la realidad presente y eterna de Dios, así como la fortaleza de la esperanza. Todo, ¡en catorce palabras! Este testimonio forma parte de una de las intervenciones de Job en diálogo con sus amigos. Dice el registro que tres de ellos «de común acuerdo salieron de sus respectivos lugares para ir juntos a expresarle a Job sus condolencias y consuelo» (Job 2: 11).
Los amigos de Job no supieron cómo darle ánimo, pues ignoraban la realidad del conflicto cósmico entre Dios y Satanás. En los dos primeros capítulos de Job, se narra el motivo del conflicto. Las desgracias que padecía Job ni siquiera fueron entendidas por su propia esposa (lee Job 2: 9, 10); así que las ideas, conceptos, acusaciones y prejuicios de sus amigos vinieron a agravar su estabilidad espiritual.
Bildad, uno de los amigos, acababa de pronunciarse con respecto a la suerte de los impíos. Una afirmación que resume sus ideas la encontramos en Job 18: 16: «En el tronco, sus raíces se han secado; en la copa, sus ramas se marchitan». El afligido Job inicia su exposición del capítulo 19: «¿Hasta cuándo van a estar atormentándome y aplastándome con sus palabras?» (vers. 2). El patriarca finalmente remite a Dios la dirección de su vida. Es decir, Job se siente viajero de una nave que es conducida por el único Piloto que nunca pierde el rumbo y siempre alcanza su destino.
¿Sabes que en última instancia justamente en eso se concentra el problema del pecado? O aceptas la conducción de Dios, o tomas un camino por tu propia cuenta y riesgo. Esa es la única tentación que Satanás disfraza de muy diversas maneras de acuerdo con las características de cada persona. El patriarca, ejemplo de paciencia, sabe que ha caído en desgracia. Por eso necesita un Redentor, alguien capaz de restituirle toda su herencia perdida. En Job 19: 26 se concreta su esperanza cuando dice: «Y cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos». Por eso enfrenta el futuro sin temor, porque conoces tu destino y mantienes la esperanza.
«No depongan su armadura, ni abandonen el campo de batalla hasta haber obtenido la victoria y triunfado en el Redentor». MJ 266

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

No hay comentarios:

Publicar un comentario