sábado, 22 de enero de 2011

¿EN QUIÉN CONFÍAS?

En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. 2 Reyes 18:5.

Francisco miró un día a sus padres, y les dijo: -Siempre respeté la fe de ustedes. Ahora, por favor, les suplico que respeten ustedes mis convicciones.
A los treinta años de edad, el joven ejecutivo, nacido en un hogar cristiano, consideraba parte de sus sueños realizados: hablaba cinco idiomas, y viajaba por el mundo cerrando grandes negocios para la empresa que representaba. Alto, apuesto, atlético, jugaba tenis tres veces por semana. Cargado de dinero y rodeado de bellas mujeres, había llegado a la conclusión de que sus padres eran gente demasiado simple, y que la fe de ellos los había relegado al ostracismo.
¿Alguna vez estuviste disfrutando de un día esplendoroso, de cielo limpio y sol brillante? ¿Ni una nube que quiebre el intenso azul del terciopelo cósmico? Y repentinamente, en cuestión de segundos, todo cambió, y la tormenta tomó a todos desprevenidos? Bien, fue eso lo que sucedió a Francisco. Solo que no había cielo en su vida; por lo menos, no el que infunde esperanza en las horas cruciales.
Lo perdió todo. De la noche a la mañana: perdió el empleo, la salud y acabó en prisión... Él nunca supo explicar quién colocó droga en su valija.
¿Podría haber sido víctima de un acto de venganza, si hubiese estado bien con Dios? Claro que podría: quienes confían en el Señor no están libres de traiciones y de maldades. El problema de Francisco fue que, en la hora del dolor, estaba solo. Los cinco idiomas que hablaba, el dinero, la brillante carrera profesional; nada fue capaz de librarlo de aquella situación injusta. Una fría mañana del mes de junio, lo encontraron colgado dentro de la celda. Se había ahorcado.
Con Ezequías sucedió diferente. El texto de hoy habla de este extraordinario joven rey. El brillo del éxito no lo mareó; la fama y el poder no lo hicieron olvidarse de Dios. Y, en los momentos de mayor dificultad, él sabía en quién depositar su confianza.
¿Qué es lo que hace Dios por ti? No siempre te libra del problema como resultado de un acto milagroso. Pero con toda seguridad, coloca paz en tu corazón, te da una visión diferente de la realidad, te inspira, y emplea tus propios talentos para salir de la hora difícil.
Por eso hoy, antes de salir para las luchas de la vida, recuerda a Ezequías, que "en Jehová Dios de Israel, puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre los reyes de Judá".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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