miércoles, 5 de enero de 2011

ESTARÉ CONTIGO TODOS LOS DÍAS

Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).

¡Qué maravilla, poder contar con la presencia de alguien que está (a nuestro lado en momentos difíciles! Recuerdo algo que me sucedió hace tiempo. Teníamos un niño de dos años y mi esposo y yo aten-díamos un distrito bastante grande. De pronto me vi confinada a una cama, sin poder valerme por mí misma. Me sentía profundamente triste. Los médicos no podían emitir un diagnóstico certero sin hacerme estudios, lo cual requería que me trasladara a otra ciudad. Mis padres se hicieron cargo del niño y mi esposo me acompañó a todas partes para que pudieran hacerme pruebas.
No lograba entender lo que me estaba pasando, y muchas veces le pedía a Dios que me ayudara a comprender la situación. No pensaba que fuera un castigo, pero me sentía sola y abandonada. Lo que me sostuvo fue la mano firme y amorosa de mi esposo, que secaba mis lágrimas y con dulzura y dedicación me hizo comprender que si él era capaz de mostrarme tanto amor y de cuidarme tan incondicionalmente, Dios, quien me amaba mucho más, también lo haría. No estaba sola: tenía un apoyo humano y un escudo divino.
Aunque no podía caminar, mi corazón no desfalleció, porque confiaba en la divina promesa: «Yo estoy contigo», que siempre me acompañaba. Esta ha sido una de las experiencias más frustrantes por las que he pasado. Pensar que en lugar de ser una ayuda idónea para mi esposo me convertiría en un obstáculo para el avance de la causa de Dios, me destrozaba el corazón.
Todavía no sé por qué Dios me hizo pasar por tan terrible prueba, pero de lo que sí estoy segura es de que estuvo conmigo en todo momento. Cuando miro al pasado, me siento confiada en el presente y en el futuro, porque a mi lado está el gran Yo Soy; que nunca me, abandonará a pesar de las circunstancias adversas. Hoy agradezco a mi esposo por estar a mi lado y a mi Cristo porque nunca me ha abandonado.
Repasa tu vida. Seguramente tu pasado te revelará que puedes agradecer a Dios por haber estado siempre contigo.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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