viernes, 4 de febrero de 2011

CUANDO EL AMOR SE TAMBALEA - PARTE 1

Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. (Mateo 24:12)

¡Con cuánto dolor comprendemos que esta afirmación profética se cumple cabalmente en nuestros días! La maldad parece devorar sin tregua el corazón humano. Muchos son los que se deciden por el mal, aborreciendo el bien. Por esta razón, se hace cada vez más necesario escuchar el ruego divino: «Entren por la puerla estrecha. Porque es ancha la puerla y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella» (Mat. 7: 13, NVI).
Eran las tres de la madrugada de una noche fría. Mi esposo no estaba en casa y mi hijo y yo esperábamos la llegada de la abuela. Todo indicaba que el ómnibus se había retrasado, cuando de pronto alguien llamó a la puerta. Me levanté rápidamente, pensando que era mi suegra quien llamaba, pero cuando ya estaba a punto de abrir, algo me detuvo. Una voz me susurró que debía mirar primero por la ventana. Sin duda había sido un ángel, pues no se trataba de la abuela, sino de un hombre joven, acompañado de una mujer y tres niños descalzos y sin abrigo.
Me quedé paralizada, sin apenas pronunciar palabra. Le pregunté qué deseaban. El hombre me contó que les habían robado y que necesitaba comida y zapatos para sus hijos. Muchas preguntas se agolparon en mi mente a tal velocidad que no podía ni procesarlas ni responderlas. Sabía, por experiencias anteriores, que podría tratarse de una representación con un pobre guión. Sin poder decir más que «un momento, por favor», me fui a la cocina, abrí el refrigerador y, mientras mi mente se debatía entre la incredulidad ante lo que estaba sucediendo y lo que pedía Dios de mí, preparé unos panes con queso y un par de sandalias que les pudieran servir. Se lo entregué lodo por la ventana y volví a la cama, no sin cierto temor.
¿Te has debatido alguna vez entre lo que crees correcto y lo que aparentemente no lo es? Dios no nos deja nunca sin respuestas a nuestras interrogantes. Así que, antes de tomar una decisión, mírate en el espejo del amor y Dios te mostrará lo corréelo. El amor habla más alto que las palabras.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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