viernes, 4 de febrero de 2011

APRENDIENDO A ANDAR

Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Hechos 4:32.

Una de las maneras más efectivas de atraer y conservar la gente en la iglesia, ha sido y será la amistad. La amistad guiada por Dios y compartida con quienes nos rodean, ha logrado que muchos que se sentían solos y abandonados fuera de la iglesia encontraran suplida esa necesidad emocional y se unieran al cuerpo de Cristo para no dejarlo jamás. La amistad ha logrado presentar de manera vivida y eficaz las doctrinas de manera vivencial, y de esa manera ingresaron a las filas de la iglesia cientos de personas que no hubieran entrado por la mera presentación de la doctrina adventista.
¿Cómo hacer esta tarea con el que llega a nuestra iglesia por primera vez? Acompañándolo Gabriel es uno de los grandes amigos que me regaló Dios y que utilizó para ayudarme a tomar la decisión de ser pastor. Antes de eso, yo había conseguido un trabajo de "repartidor" con una camioneta para una librería. El gran problema era que no sabía conducir, y no tenía dónde aprender, pues mis padres en esos años no tenían automóvil. Tenía el dinero para alquilar uno, pero aún así sabía que no me lo darían si no presentaba una licencia de conducir. Fue así como recurrí a Gabriel, quien además de sacar el automóvil para que yo aprendiera a manejar, se quedó conmigo todo ese domingo, acompañándome y aconsejándome para que el lunes pudiera comenzar mi trabajo de repartidor. ¡Cuánto valoré sus palabras y su tiempo! Con toda paciencia me enseñó a estacionar con una sola maniobra, me indicó qué cosas ayudan a la vida útil del automóvil y me abrió los ojos para llegar a ser un buen conductor.
Qué lindo sería que quienes se acercan a nuestras iglesias por primera vez, descubran que también en ellas hay personas que están dispuestas a acompañar, a guiar, a encaminar y a tolerar, y todo eso como fruto de la amistad. Uno de los grandes secretos que tenía la iglesia cristiana primitiva para crecer de la manera en que lo hizo, fue a través de la amistad. Ellos, antiguos y recientes conversos, eran de "un corazón y un alma" y "tenían todas las cosas en común". Qué alegría debe haber tenido el Salvador, al ver que su iglesia crecía porque habían seguidores suyos que estaban dispuestos a acompañar a los que se acercaban por primera vez, y de esa manera "el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (Hech. 2:47).
Tú y yo tenemos también el privilegio de acompañar a los que llegan a la casa de Dios. No perdamos esa oportunidad, seamos amigos de Jesús y de nuestros hermanos en la fe.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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