domingo, 13 de febrero de 2011

EL OXÍGENO DE LA VIDA

EL odio despierta rencillas, pero el amor cubre todas las faltas. (Proverbios 10:12).

Expresiones como: «La odiaba tanto que acabó amándola» degradan el sentimiento más noble que puede experimentar el ser humano. La Biblia nos asegura que Dios es el Autor del amor, y en ninguna parle se registra que él nos odiara primero, antes de amarnos. No existe relación alguna entre el odio y el amor, y mucho menos el primero puede llevar al segundo. Ese concepto no ha traído sino egoísmo al seno del amor.

Cuando amas a alguien no piensas en otra cosa que en su bienestar. Tratas con todas tus tuerzas de hacerlo sentir a gusto. Estos son los resultados de amar y no hay ningún vestigio de odio en ese sentimiento. Sin embargo, cuan a menudo dejamos que el odio se apodere de nuestras vidas, y nos convertimos en presa fácil para él. Con cuánto pesar escucho a parejas que parecen haber olvidado que una vez los unió el amor y no el odio. Se critican, se acusan y se censuran de tal forma que el amor es suplantado por el odio y asi llegan a ser enemigos que viven bajo el mismo techo. ¿Cómo pueden enfrentarse de esa manera teniendo hijos, o simplemente un pasado en común?

Se acerca el día de San Valentín, que la sociedad ha señalado para festejar la existencia del amor. ¿Te sientes capaz de recibir ese día con agrado o le reprochas porque no tienes nada que festejar en él? Sí sientes que no hay amor en ti, y que no eres capaz de dar amor a tus hijos, a tu esposo, a tus familiares y vecinos o a tus hermanos de iglesia, seria bueno que te acercaras a la fuente del amor. Estoy segura de que allí encontrarás lo que tanto necesitas para respirar plenamente, ya que el amor es el oxígeno de la vida. No pongas la condición de recibir primero amor de parle de otros para empezar a dar amor. Toma la iniciativa y verás que las cosas irán mucho mejor de lo que has experimentado hasta ahora.

El amor no espera recompensa porque él mismo es su mayor recompensa.


Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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