viernes, 18 de febrero de 2011

UN MANANTIAL SIN LÍMITES

El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aferrense al bien. (Romanos 12:9).

La hipocresía es un mal que ha acompañado a la humanidad desde la misma entrada del pecado hasta hoy. Si echamos la vista atrás vemos cómo Satanás habló a Eva desde el árbol con gran hipocresía. Aparentando tener muy buenas intenciones hacia la pareja, reveló finalmente su verdadero propósito: la destrucción del ser humano. ¡Cuántas personas a nuestro alrededor llevan esa misma máscara! Incluso el amor ha sido objeto de ese intruso que tan sutilmente se introduce en la vida cotidiana.
El ser humano, confundido por la hipocresía, ha juzgado erróneamente lo que en realidad es cada cosa. Llamamos amor a controlar a una persona hasta tal punto que deja de tener voluntad propia. Muchas veces es difícil identificar la autenticidad del amor, tener la certeza de que un amor es verdadero o falso. Vivimos temerosas de ser traicionadas por aquellos en quienes confiamos. Muchas parejas que manifiestan públicamente amarse, de pronto se convierten en enemigas. ¿Qué es, entonces, el amor?
El amor es Cristo, ese ser puro que no puede ser contaminado, porque dejaría automáticamente de ser amor. Intentar amar a los demás estando lejos de Cristo nos convierte automáticamente en hipócritas y nos coloca en el bando del enemigo del amor, Satanás. Si lu corazón se abre para recibir el amor divino. Cristo pondrá en ti el verdadero amor que actúa más allá de los deseos egoístas, de la gratificación personal y del beneficio propio. Te encontrarás en un camino único, cubierto de paz y felicidad.
Puede ser que el enemigo te esté sacudiendo fuertemente y que haya colocado en tu camino a personas malintencionadas que se aprovechan de la sinceridad y nobleza, pero si mantienes firme tu decisión de amar a pesar de sus intenciones lo único que conseguirán será ayudarte a pulir aún más el amor que Dios te da.
No dejes pasar este día sin rogarle al Señor del amor que camine a tu lado. Así tus acciones estarán bañadas por el agua fresca del manantial divino. Brinda tu amor al mundo, pero asegúrate de recibirlo primero de Dios.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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