miércoles, 23 de marzo de 2011

UNA PARA UNO

Lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas estas nunca hallé. Eclesiastés 7:28.

Desde hace siglos, algunos segmentos de la sociedad han sentido admiración hacia los hombres que tienen varias mujeres. La poligamia en algunas culturas es vista como el privilegio de los poderosos e influyentes.
Esta manera de pensar incluso ha "contagiado" a las mujeres. Se las ve como autosuficientes e independientes cuando viven solas y se pueden mantener, y son aun más "poderosas" cuando usan a los hombres para satisfacer su placer sexual, pero no se involucran sentimentalmente con ellos.
Muchos han llegado a pensar que tener ese tipo de experiencias es "disfrutar realmente de la vida", pero veamos el caso que narra la Biblia de un hombre que tuvo muchas mujeres: Salomón. Este rey y poeta nació como príncipe y luego fue rey, y en su deseo de alcanzar grandezas construyó palacios, amontonó oro y joyas, tuvo muchísimos siervos y criados y también muchas esposas. Las Escrituras nos cuentan que "tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas" (1 Reyes 11:3). En otras palabras, si Salomón quería estar cada noche con una mujer diferente, tenía que esperar tres años para repetir la que había tenido al principio.
Quienes no conocen su vida como lo muestra la Biblia, llegan a pensar que Salomón realmente fue un hombre dichoso. Pero hacia el final de su vida escribió: "A esta conclusión he llegado, dice el Eclesiastés, considerando a las mujeres una por una: hasta el día de hoy he tratado de saber el porqué, pero ha sido en vano, a saber, que se puede hallar un hombre entre mil, pero dar con una mujer entre todas estas es imposible" (Eclesiastés 7:27, 28 La Biblia Latinoamérica).
Parece increíble, pero mil mujeres no alcanzaron para que al menos fuera feliz con una.
En su magna sabiduría, Dios diseñó en la creación un hombre para una mujer y una mujer para un hombre. Dentro de su diseño estaba la felicidad de ambos en esa unión, y como el Creador sabía lo que necesitarían, les proveyó lo necesario y suficiente para suplir las necesidades emocionales, afectivas, sociales y sexuales. Dios no se equivocó en su creación, sino que el enemigo trastornó la mente de la humanidad para que pensaran que una persona no bastaba.
Salomón es el triste ejemplo de quien no comprendió los designios de Dios para el matrimonio, pero nos dejó su experiencia para que nosotros no cometamos el mismo error. Una persona es suficiente, porque así nos hizo Dios.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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