jueves, 28 de abril de 2011

¡PRUEBAS, PRUEBAS!

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas. Santiago 1:2.

Hacia algunos meses que Maira olvidaba las cosas. Su mente retrocedía, acelerada, hacia algún lugar donde ella se escondía. En ese extraño mundo, el olvido no tenía importancia; ni los recuerdos. Tampoco la alegría o la tristeza. Aquel universo estaba construido de vacío. Ella andaba, aparentemente insensible, por los rincones de su propio universo.
Pero, la familia sufría. La tenían como referente. El esposo había fallecido varios años atrás, y ella era la matriarca. Verla en ese estado los dejaba como un dia sin sol.
Fue en esas circunstancias que la hija mayor me busco, con una pregun-ta: ^Por que Dios no la hace descansar? ¿Qué sentido tiene la vida, en ese estado?
¡Pruebas! Las encontramos todos los días. El versículo de hoy usa la expresión "diversas pruebas". El enemigo viene por todos los lados: es la pérdida del empleo; un divorcio doloroso; el descubrimiento de que el hijo está en las drogas; la traición del mejor amigo; las injusticias del trabajo, en fin...
Pero, Santiago dice que debes alegrarte cuando te veas atravesando el valle de las pruebas. ¿No es demasiado pedir? En el original griego, la palabra "pruebas", peirasmos, literalmente significa estado de lucha mental en el que te ves inclinado a separarte de Dios.
Tal vez, esto lo explique todo. Cuando el enemigo coloca pruebas en tu camino, su objetivo es separarte de Dios; hacerte creer que es el Señor quien te envía el dolor. Si en ese momento te vuelves en contra de Dios, el enemigo ha logrado su objetivo. Pero, si en el instante de la prueba te vuelves hacia Dios, entiendes que el dolor puede constituir un instrumento de edificación.
Todo depende de la perspectiva de la realidad. El presente estado de cosas no es el fin; no juzgues las actitudes divinas cuando el trabajo aún no ha sido terminado. Si tu visión del mundo es materialista, las pruebas son motivo de tristeza. Si es espiritual, serán motivo de agradecimiento y de gozo. Es en el fuego que el oro se refina. ¡Y tú eres oro!
Por eso hoy, a despecho de lo que puedas estar viviendo, levanta las manos al cielo y agradece. Después, parte confiado para enfrentar las dificultades de la vida. Porque, "hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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